Maldigo al demonio, lo detesto, lo odio, ..., por todo el mal que me hace, especialmente en este tiempo.
La batalla no se gana en un instante (bueno, sólo si Dios así lo quisiera, sucedería, nada ni nadie conseguiría arrebatarle el poder sobre todo), porque la fe ha de ser probada. Mi fe es necesario que sea probada como oro al crisol, porque esa es una de las maneras en que Dios me ama.
Me ama como a un hijo, no me quiere esclava sino libre.
El fin de semana pasado ha sido una maravilla, en la que Dios me ha mostrado Su poder, en la que el demonio ha sido aplastado por Su Palabra, en la que Cristo ha vencido la muerte que había en mi y me ha dado la alegría.
Pero, como tantas veces se nos ha dicho, cuando salgas de aquí, el demonio está esperándote; quiere arrebatarte esa alegría, intentará negarte todas las cosas santas de las que has disfrutado, gracias al Espíritu Santo, que ha ido subrayando en tu corazón que sólo Cristo es la Verdad.
¡Qué verdad más grande!
Ayer tenía una charla de formación (es una reunión de maestros de Religión que cada mes, aproximadamente, se reune con un teólogo, en la que, este año, se nos hablará del Espíritu Santo)
Cuando iba andando, sentía por dentro como un "recelo", una intuición, que me decía que lo iba a pasar algo mal. ¿Será cosa del famoso sexto sentido que se dice que tenemos las mujeres?
Efectivamente, ya al llegar, los pocos maestros que habían llegado, estaban comentándose los "entresijos" de sus colegios, la falta de atención hacia ellos, las dificultades que sufrían. Algunos se quejaban del cansancio por el trabajo, la rabia por no tener "puentes estilo acueductos", para relajarse y respirar, desentumecer las neuronas y regresar al colegio con fuerzas renovadas.
Primer "pinchazo" del demonio. Y tú, qué, ¡qué rabia te da no poder compartir tus experiencias, verdad!
Sí, era verdad; la envidia se iba metiendo en mi corazón, sutilmente. ¿Para qué lo voy a negar?
Luego, las maestras con las que tenía más contacto, interesándose por el sitio en el que estaba trabajando. ¡Qué pinchazo!
Y yo, tímidamente, con un hilito de voz, "no, no me han dado trabajo este curso"
Unas, se volvían, diciendo "lo siento", algunas me interrogaban, ¿y eso?
¡Qué dolor!. En mi interior removiéndose la injusticia sufrida, pero deteniendo a la lengua, para no hablar mal de la persona que me está oprimiendo.
Las respuestas, todas "echando balones fuera", "no sé", no hay sustituciones, ...
La tristeza, la desesperación, ..., alguien, ese desgraciado del demonio, rascando la "herida", levantando la "costra" que se me había hecho durante la convivencia, ..., de nuevo, la sangre salía y me dolía.
Me fui enseguida, en cuanto pude, apenas acabó la reunión; y de vuelta a casa, la Oración. Necesitaba cauterizar mi herida reabierta. ¡No hay más solución!
"Velad y orad para no caer en tantación", me había salido al escrutar la Palabra en la convivencia. Había ido también rezando, pero, ese malvado demonio, sabe muy bien cómo atacar.
Hoy, en el Oficio de Lectura, hemos leído que hay que ser probados al crisol.
¿Qué puedo decir?
Dios a Sus hijos queridos, los prueba con más intensidad, deja que el demonio, como en el caso de Job, actúe. Pero, no abandona, la fuerza del Espíritu Santo no lo niega al que se acoge a Él. ¡Qué bien me ha venido que el tema de este curso sea sobre el Espíritu Santo!
Puébame, Padre, una y mil veces al crisol; guíame por el camino por el que Jesús camina; hazme digna de ser unida a Sus sufrimientos, no me ahorres ninguno de ellos, porque tutelada por Ti, podré caminar sobre ellos, y saldré renovada, resucitada; pero, si levantas Tu mano de mi, dónde acabaré.
Deseo ser cristiana, deseo amar a Cristo sobre todas las cosas, deseo morir hija de la Iglesia. En las maternales manos de María me refugio, Ella me protegerá, me consolará en todos mis sufrimientos. ¡No me ahorres, Padre, los necesarios para llegar a la santidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario