He empezado a hablar con un pasionista llamado Florencio. Me ha puesto en contacto con el, Paco Anton. El primer encuentro me ha gustado mucho. Es muy campechano, claro en el hablar, directo,....
Me ha hecho alguna pregunta directa pidiéndome permiso.
He pasado un tiempo bastante mal. Un nuevo brote de la depresión; la activación de un montón de enfermedades que han venido a la vez; anemia; ......
No vale la pena seguir.
El caso es que me ha puesto deber para el próximo encuentro.
He de llegar a lo más interior y averiguar quien soy.
Fuera todas las capas que a lo largo de la vida he ido poniendo para defenderme de los demás. Para aparentar una persona distinta a la que soy desde mi nacimiento.
Quién soy?
Tengo que ponerme en serio. Creo que saberlo me va a hacer mucho bien.
De momento no voy a decir nada aquí.
El motivo de este comentario es porque me parece que caminamos sin conocernos porque hemos ido añadiendo capas con el tiempo, sobretodo para
a sentirnos amados.
Invito a quien lea esto a que intente encontrarse consigo mismo. Su esencia, por así decirlo.
Yo ya llevo días haciéndolo.
Cuando acabamos de hablar el padre Florencio y yo, nada más caminar hacia mi casa, ya empecé a darle vueltas.
No sé si cuando hable de nuevo con él, seguiré pensando igual. Pero me he encontrado y me ha gustado lo que hevisto.
Tal y como llegué a éste mundo, ya desde que fui concebida, cuando Dios pensó en mí.
A lo que he llegado a ser, no creo que sea del todo bueno. Quizá ni un ápice.
Porque bueno solo es Dios.
Sin embargo Él mismo dijo que seríamos como dioses, como Él.
Quien ha conocido al Hijo lo conoce, al Padre.
La Iglesia, que es mi Madre, lleva años incansable para que se cumpla la promesa anunciada.
Ser Cristo en la tierra. Dar testimonio de la Verdad.
Así que, una vez el padre Florencio sepa lo que pienso, y me aclare lo que es en realidad, quien es mi yo primigenio, espero poder ir quitando todas las capas que llevo hasta poder mostrar mi ser verdadero.
La hermosa alma con la que me regaló Dios, después de recibir el Bautismo.
Es un buen comienzo en el camino de esta Pascua de 2017.
EL BLOG DE MARICARMEN
Es un blog nuevo, por tanto viene con frescura, lleno de sinceridad, con comentarios llenos de vida, sin intención de convencer a nadie, pero sí de hacer pensar.
domingo, 23 de abril de 2017
sábado, 15 de junio de 2013
El sufrimiento. Cómo vivir con él
Tengo tres hijas embarazadas. Es un don de Dios inmenso.
La más mayor de las tres, está embarazada de su cuarto hijo. Todos esperamos que esta vez sea niña, ya que los tres son varones.
La segunda está embarazada de su tercer hijo; tiene un niño y una niña. Ya le es lo mismo que su nuevo bebé sea chico o chica.
Y la más pequeña, está embarazada de su primer hijo, después de haber tenido un aborto natural.
Conforme nos daban la noticia, cada una en cuanto se enteraba que estaba embarazada, todos, la familia entera, nos sentíamos muy felices. Para mi con estos nuevos nietos, tendré trece en total.
La más pequeña fue la primera en quedarse. Luego la más mayor y, por último, la segunda.
Pero toda la alegría que sentimos al principio se cambió en tristeza.
La que está embarazada de su primer hijo empezó a tener algún problema, no porque se encontrara mal, sino porque su bebé venía mal.
Un primer susto fue cuando sangró, como le había pasado con el primer embarazo. Pero pasó y todo parecía estar bien.
Luego, descubren los médicos una hormona mal. El bebé nacería con malformaciones. Fue la primera noticia que nos metió a todos en el sufrimiento, especialmente a mi hija y su marido.
Pero, al poco les cambiaron el diagnóstico por otro peor. El bebé era incompatible con la vida.
El día que recibieron la noticia, me preguntaron si podían venir a casa. Les dije enseguida que sí.
Yo, mientras esperaba que llegaran estuve preguntándole a Dios "por qué". Les había quitado el primer hijo y ahora, les quería quitar el segundo?
Gracias a Dios, cuando llegaron, me llenó una gran calma y los recibí en Paz.
Estuvimos hablando toda la mañana. Yo le había pedido a Dios, a parte de quejarme, que cuando llegaran hablara Él a través de mi. Porque Sus palabras son de Vida Eterna.
Poco a poco entraron en la Paz. Dios no deja de lado a quienes se acercan a Él cuando sufren.
Y pensamos pedirle a Dios un milagro. Y quién mejor que el beato Juan Pablo II?
Desde entonces lo estamos haciendo. Toda la familia y además mucha más gente. Desde Santo Domingo, pasando por Roma, Viena, y varias partes de España.
Creo firmemente en la Comunión de los Santos. Y este bebé, que es una nena, a la que sus papas han dado el nombre de Amparo, está siendo la que une a muchos hermanos que queremos que viva con sus papas, aquí en la tierra.
El nombre de Amparo fue una inspiración de su papá. Cuando supieron que era niña, él le dijo a mi hija que se llamaba Amparo, porque sería el amparo de toda la familia desde el Cielo.
Qué padre puede decir eso, con naturalidad?. Un papá que cree en Dios y que ha depositado la vida de su hija en Sus manos.
En fin, es cierto que de vez en cuando tienen sus "bajones" Quién no?
Pero, la verdad es que Amparo les está ayudando mucho. Incluso les ha dado la fuerza de volver a la Iglesia, para encontrar la fuerza que no tienen.
Dios es Amor, y con ese Amor que no se encuentra más que en Él, les está confortando.
Nos está confortando a todos; porque yo, como madre, que ha pasado también por la pérdida de una hija, Paloma, se perfectamente por dónde están pasando. Y, como madre, que no los ama como debería, quisiera quitarles ese sufrimiento y quedármelo para mi.
Mi experiencia es que el sufrimiento es lo que más me ha ayudado para madurar. Cómo puedo desear que no maduren, que no experimenten todo el Amor que Dios les tiene?
De hecho, estaba llevando una dinámica "enfermiza"
Cada vez que nos hemos juntado varias familias, y coinciden las otras dos embarazadas, o una de ellas con los papas de Amparo, no les hacía caso ni les preguntaba por el embarazo. Pensaba que si lo hacía les haría daño, porque su embarazo es complicado y se prevé un mal final.
Menos mal que se lo confesé a mi hija, y me dijo que no estaba bien lo que hacía. Que también mis otras dos hijas necesitan mi apoyo, mi cariño, mi preocupación.
Ellos mismos, cada vez que se juntan con las otras hijas embarazadas, están muy atentos, preocupándose por su estado.
Reconozco que tengo la oportunidad de aprender de mis hijos, y lo considero un verdadero regalo de Dios.
Creo que algunas veces los padres pasamos por alto lo que nos dicen nuestros hijos , pensamos que no nos pueden enseñar nada que no sepamos. Qué error!
Jamás diré que soy amiga de mis hijos. Dios me ha dado la dignidad de ser su madre. Nada qué comparar en el trato entre madre e hijos.
Los hijos, ese don inmerecido, que tantas veces despreciamos...
Pido a Dios que mis hijos sepan perdonarme todo el mal que les he hecho.
Seguiré esperando en el milagro!
Dios, como siempre, hará lo mejor.
jueves, 28 de febrero de 2013
Un Un sabio en la humildad; un humilde lleno de sabiduría
28 de febrero. Hoy es el día.
El primer pensamiento cuando me he despertado ha sido ese. Hoy es el día en que nuestro Papa sabio y humilde, Benedicto XVI cesa en el puesto de Guía de toda la Iglesia Católica.
¡Me he sentido muy triste!
Es cierto, se que su decisión ha sido tomada en íntima unión con el Espíritu Santo. Que es una buena decisión, por tanto, porque Dios nunca se equivoca. Que su retiro voluntario no es para olvidarse de la Iglesia, sino para dedicarse por completo a ella por medio de la Oración.
Me he levantado y me he dado cuenta que estaba lloviendo mucho, que el aire movía con violencia las ramas de los árboles que veo desde mi balcón.
Hasta la climatología valenciana llora por su cese. Parece que la naturaleza se rebela, ... También mi tristeza grande, más de lo que esperaba.
La noticia de su renuncia me llegó por una hija mía que, en su casa, viendo la televisión, vio cómo él mismo decía al mundo la decisión tomada.
Lo primero fue pensar que era una inocentada. Algún actor caracterizado, como burlándose, ponía en boca del Papa una mentira. Pero me di cuenta enseguida que no era el día de los inocentes.
Se me vino, como suele decirse, el mundo a los pies. Me sentí abandonada, perdida, ...
¿Qué iba a pasar ahora? ¿Cómo solucionaría el problema la Iglesia? El Papa sabio y humilde nos dejaba solos.
Una reacción fruto de mi falta de Fe, pues Dios está por encima de todo hombre, incluso del Papa.
Así que rectifiqué mi pensamiento. Benedicto XVI, humilde como siempre, desde el poder que le otorga ser la cabeza de Cristo en la Iglesia, unido en la Oración a Él e iluminado por la sabiduría del Espíritu Santo (que le regala cada día desde hace muchos años, cuando sólo era un sacerdote), había visto la necesidad de dejar la Barca de san Pedro en manos de un nuevo Papa (elegido por la inspiración del Espíritu de Dios), fuerte física e intelectualmente, que siga la ruta que empezaron los papas anteriores (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI) guiando la Iglesia hasta el Cielo.
Un fragmento del libro de los Proverbios creo que relata exactamente lo que es nuestro querido Benedicto XVI:
"Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro comprenderás el Temor del Señor"
Un Papa con ese don que da el Espíritu Santo a quien quiere, y en este caso a nuestro querido Papa, y que lo ha sabido transmitir a todo el mundo, para que los pobres corderitos que formamos la Iglesia no nos apartemos jamás de nuestro Pastor, para no caer en las fauces del lobo.
A la vez, ha sabido también transmitirnos que nuestro Pastor es el Buen Pastor, que deja a las noventa y nueve ovejas para buscar al corderito que dejó el rebaño, buscando ser felíz, sin darse cuenta que la felicidad es no apartarse de Dios.
Lo cogió sobre sus hombros, llevándolo de vuelta al redil. Y así le enseñó que Su Perdón es infinito.
He leído un escrito de san Hilario, obispo, que me ha gustado mucho, y que, de nuevo describe a Benedicto XVI. "Para nosotros, el Temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a Sus consejos, en la sumisión a Sus mandatos, en la confianza en Sus promesas"
Un Papa lleno de amor a Dios y a todos los hombres, sin diferencia de sexo, de raza, de creencias, de distintos niveles de rangos, ....
Se ha dejado dirigir por Dios Espíritu Santo para tomar una decisión. ¡Cuántos días, si no meses, habrá pasado en Oración, esperando el consejo de Dios!
Y Dios, que escucha a quien le habla con confianza, le ha dado la respuesta, no sólo por su bien, sino por el de la Iglesia, aunque a muchos nos cueste aceptarlo, por falta de Fe.
Y, algunos, supongo, hemos pensado, que cuando le llegue el momento de partir junto al Padre lo hará en silencio, sin mover tumulto, como siempre, lleno de humildad y amor a Dios. Y, algunos, supongo, hemos pensado que ese momento podría estar cercano. ....
Mi Papa, mi Pastor en la tierra, mi referente en la Fe, mi guía hacia la humildad (que mucho me falta), quien ha seguido el camino abierto en el concilio Vaticano II por bien de la Iglesia, para conducirla hacia la Vida Eterna, se va. Pero, a la vez, se queda, porque tiene en el fondo de su ser a Cristo, le ama con la locura de los santos, y jamás se desentenderá de nosotros, pobres pecadores, que nos sentimos tristes al dejarlo marchar.
Desde el fondo de mi corazón, te quiero, Benedicto XVI, y jamás te olvidaré, como no olvido a tus predecesores inmediatos, con los que has estado en perfecta comunión, siendo un guía sabio y humilde para la Iglesia y el mundo entero.
¡Qué Dios te bendiga!
El primer pensamiento cuando me he despertado ha sido ese. Hoy es el día en que nuestro Papa sabio y humilde, Benedicto XVI cesa en el puesto de Guía de toda la Iglesia Católica.
¡Me he sentido muy triste!
Es cierto, se que su decisión ha sido tomada en íntima unión con el Espíritu Santo. Que es una buena decisión, por tanto, porque Dios nunca se equivoca. Que su retiro voluntario no es para olvidarse de la Iglesia, sino para dedicarse por completo a ella por medio de la Oración.
Me he levantado y me he dado cuenta que estaba lloviendo mucho, que el aire movía con violencia las ramas de los árboles que veo desde mi balcón.
Hasta la climatología valenciana llora por su cese. Parece que la naturaleza se rebela, ... También mi tristeza grande, más de lo que esperaba.
La noticia de su renuncia me llegó por una hija mía que, en su casa, viendo la televisión, vio cómo él mismo decía al mundo la decisión tomada.
Lo primero fue pensar que era una inocentada. Algún actor caracterizado, como burlándose, ponía en boca del Papa una mentira. Pero me di cuenta enseguida que no era el día de los inocentes.
Se me vino, como suele decirse, el mundo a los pies. Me sentí abandonada, perdida, ...
¿Qué iba a pasar ahora? ¿Cómo solucionaría el problema la Iglesia? El Papa sabio y humilde nos dejaba solos.
Una reacción fruto de mi falta de Fe, pues Dios está por encima de todo hombre, incluso del Papa.
Así que rectifiqué mi pensamiento. Benedicto XVI, humilde como siempre, desde el poder que le otorga ser la cabeza de Cristo en la Iglesia, unido en la Oración a Él e iluminado por la sabiduría del Espíritu Santo (que le regala cada día desde hace muchos años, cuando sólo era un sacerdote), había visto la necesidad de dejar la Barca de san Pedro en manos de un nuevo Papa (elegido por la inspiración del Espíritu de Dios), fuerte física e intelectualmente, que siga la ruta que empezaron los papas anteriores (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI) guiando la Iglesia hasta el Cielo.
Un fragmento del libro de los Proverbios creo que relata exactamente lo que es nuestro querido Benedicto XVI:
"Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro comprenderás el Temor del Señor"
Un Papa con ese don que da el Espíritu Santo a quien quiere, y en este caso a nuestro querido Papa, y que lo ha sabido transmitir a todo el mundo, para que los pobres corderitos que formamos la Iglesia no nos apartemos jamás de nuestro Pastor, para no caer en las fauces del lobo.
A la vez, ha sabido también transmitirnos que nuestro Pastor es el Buen Pastor, que deja a las noventa y nueve ovejas para buscar al corderito que dejó el rebaño, buscando ser felíz, sin darse cuenta que la felicidad es no apartarse de Dios.
Lo cogió sobre sus hombros, llevándolo de vuelta al redil. Y así le enseñó que Su Perdón es infinito.
He leído un escrito de san Hilario, obispo, que me ha gustado mucho, y que, de nuevo describe a Benedicto XVI. "Para nosotros, el Temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a Sus consejos, en la sumisión a Sus mandatos, en la confianza en Sus promesas"
Un Papa lleno de amor a Dios y a todos los hombres, sin diferencia de sexo, de raza, de creencias, de distintos niveles de rangos, ....
Se ha dejado dirigir por Dios Espíritu Santo para tomar una decisión. ¡Cuántos días, si no meses, habrá pasado en Oración, esperando el consejo de Dios!
Y Dios, que escucha a quien le habla con confianza, le ha dado la respuesta, no sólo por su bien, sino por el de la Iglesia, aunque a muchos nos cueste aceptarlo, por falta de Fe.
Y, algunos, supongo, hemos pensado, que cuando le llegue el momento de partir junto al Padre lo hará en silencio, sin mover tumulto, como siempre, lleno de humildad y amor a Dios. Y, algunos, supongo, hemos pensado que ese momento podría estar cercano. ....
Mi Papa, mi Pastor en la tierra, mi referente en la Fe, mi guía hacia la humildad (que mucho me falta), quien ha seguido el camino abierto en el concilio Vaticano II por bien de la Iglesia, para conducirla hacia la Vida Eterna, se va. Pero, a la vez, se queda, porque tiene en el fondo de su ser a Cristo, le ama con la locura de los santos, y jamás se desentenderá de nosotros, pobres pecadores, que nos sentimos tristes al dejarlo marchar.
Desde el fondo de mi corazón, te quiero, Benedicto XVI, y jamás te olvidaré, como no olvido a tus predecesores inmediatos, con los que has estado en perfecta comunión, siendo un guía sabio y humilde para la Iglesia y el mundo entero.
¡Qué Dios te bendiga!
lunes, 17 de diciembre de 2012
LA ESTRELLA Y LA CRUZ
LA ESTRELLA Y LA CRUZ
El tiempo del Adviento me parece siempre un tiempo de
alegría. Porque cuando espero a alguien que me interesa, que quiero, el corazón
late apresurado, esperando el momento del encuentro.
Cada año Dios me regala una guía, una señal para caminar
durante este tiempo y poderlo hacer con una esperanza renovada.
Y este año, de nuevo Dios ha querido que mi Adviento
estuviera marcado por “algo” que me mantiene, con alegría, esperando el
encuentro del Niño Jesús.
La “Estrella”, que guió a los magos hasta el portal donde,
no hacía mucho, Dios nos había regalado a Su Hijo, lleno de humildad, sencillez
y pobreza.
Y he estado pensando lo errática que sería mi vida si Dios
no me pusiera desde el inicio del Adviento una “Estrella” que me guíe, a mi
también, hasta ver al Niño, en Belén.
Pero la “Estrella” no es algo muy bonito en lo que se piensa
y se hacen ensoñaciones, pero que, en realidad, no se ve.
Y he estado pensando cuál es la “Estrella” que me está llevando
a ese divino encuentro.
Y, ahora, a penas hace unos días, el Espíritu Santo me ha
hecho ver cuál es la “Estrella” que hay en estos momentos delante de mí,
guiándome.
El dolor, el dolor intenso físico, que llevo arrastrando
desde ya hace muchos meses, y al que, a pesar de encontrarle el sentido de la
purificación de mis pecados, no le veía más sentido. E, incluso, en algunos
momentos, he llegado a pensar, como en el Salmo, “hasta cuando, Señor”.
Y cuando me llega el cansancio, cuando pierdo el sentido
verdadero de mi vida, …, llega la oscuridad y la nada absoluta.
Cuando, por fin, se me han abierto los ojos y me he dado
cuenta de que ese dolor es la “Estrella” que me está dirigiendo al portal, todo
ha vuelto a tener sentido.
Y también he descubierto que la “Estrella” ha de guiar
siempre mi camino, no sólo en Adviento. Siempre
tengo que caminar al encuentro de ese Jesús Niño, pues Dios me quiere como Él,
una niña que no se resista, que no quiera, como un bebé que en el vientre de su
madre, cortara el cordón umbilical, para no depender de nadie.
Y he entendido una gran realidad. La “estrella” es también
la Cruz, en la que Jesús Hombre entregó Su vida por mí.
También para comprender esta maravilla de Amor total, es
necesario que sea una niña.
Nunca llegaré al final del camino si no me hago como una
criatura, débil, simple, necesitada de todo, y, sobre todo, necesitada de Dios.
Sin Luz no se puede seguir caminando (la ”Estrella”) y sin
Cruz tampoco.
Pido a Dios que no deje de enviarme la guía de la Luz y de
la Cruz, porque creo que no tengo otro camino para alcanzar la verdadera
humildad. Sólo con ella es como podré entrar en el Cielo.
martes, 9 de octubre de 2012
Los que se salen con la suya
Yo soy una de esas que toda la vida me he querido salir con la mía. Síntoma inquívoco de lo egoista que soy.
Pero hoy voy a contar una historia. Esta vez no es algo personal, propio, pero sí de alguien muy allegado a mí. Sin nombres, ¿vale?
Se de alguien, ya mayor (unos ochenta años) que toda su vida ha hecho su voluntad prácticamente en todo. Ha tenido subyugados a los de su alrededor, y sólo con una mirada los ha atemorizado. No le ha hecho falta pegar un golpe en la mesa, sino que el golpe de su mirada enfurecida era suficiente para conseguir lo que quería.
Es cierto que se le ha querido mucho, a veces, demasiado, hasta el punto de tenerle como un "ídolo" a seguir.
Pues como el tiempo no pasa en valde, también está sufriendo el desgaste propio de la edad. Y no sólo eso, sino que además Dios le está probando seriamente en la salud.
Pero, ¡qué difícil dejar de ser lo que siempre se ha sido!
No reconoce su debilidad, aunque sólo en lo que no le interesa. Cuando la cosa se trata de algo en lo que ha de parecer fuerte, lo "aparenta".
Y su historia de ahora mismo, es que, después de que las personas que le quieren de verdad, han luchado para que no le renueven el permiso de conducir (no porque les parezca ya mayor, ¡ni mucho menos! Sólo porque lleva a cuestas un ictus, un desarreglo cardiáco, que le tiene pegado a un marcapasos de por vida, varios desvanecimientos, ...), por fin, se lo han renovado.
Una que yo me se, ya completamente tranquila por saber que ha hecho lo que debía, cuando le ha enseñado el nuevo carnet, le ha dicho que no se alegraba nada de nada.
Y que era una pena que se pensase que se lo daban porque le veían apto, pue se lo han dado porque es un contribuyente más, del que sacarán tajada cada cierto tiempo.
Y, no le hadicho que nadie de su familia se va a subir a su coche, mientras conduzca él.
Al fin de todo, como en todas las cosas, siempre prima el dinero. El dinero mueve el mundo, a todos los niveles; y anadie le importa que a alguna persona enferma le de un desvanecimiento, por ejemplo, y se pegue un tortazo con el coche, y no sólo repercuta en él, sino que se pueda llevar por delante la vida de personas ajenas e inocentes
Pero hoy voy a contar una historia. Esta vez no es algo personal, propio, pero sí de alguien muy allegado a mí. Sin nombres, ¿vale?
Se de alguien, ya mayor (unos ochenta años) que toda su vida ha hecho su voluntad prácticamente en todo. Ha tenido subyugados a los de su alrededor, y sólo con una mirada los ha atemorizado. No le ha hecho falta pegar un golpe en la mesa, sino que el golpe de su mirada enfurecida era suficiente para conseguir lo que quería.
Es cierto que se le ha querido mucho, a veces, demasiado, hasta el punto de tenerle como un "ídolo" a seguir.
Pues como el tiempo no pasa en valde, también está sufriendo el desgaste propio de la edad. Y no sólo eso, sino que además Dios le está probando seriamente en la salud.
Pero, ¡qué difícil dejar de ser lo que siempre se ha sido!
No reconoce su debilidad, aunque sólo en lo que no le interesa. Cuando la cosa se trata de algo en lo que ha de parecer fuerte, lo "aparenta".
Y su historia de ahora mismo, es que, después de que las personas que le quieren de verdad, han luchado para que no le renueven el permiso de conducir (no porque les parezca ya mayor, ¡ni mucho menos! Sólo porque lleva a cuestas un ictus, un desarreglo cardiáco, que le tiene pegado a un marcapasos de por vida, varios desvanecimientos, ...), por fin, se lo han renovado.
Una que yo me se, ya completamente tranquila por saber que ha hecho lo que debía, cuando le ha enseñado el nuevo carnet, le ha dicho que no se alegraba nada de nada.
Y que era una pena que se pensase que se lo daban porque le veían apto, pue se lo han dado porque es un contribuyente más, del que sacarán tajada cada cierto tiempo.
Y, no le hadicho que nadie de su familia se va a subir a su coche, mientras conduzca él.
Al fin de todo, como en todas las cosas, siempre prima el dinero. El dinero mueve el mundo, a todos los niveles; y anadie le importa que a alguna persona enferma le de un desvanecimiento, por ejemplo, y se pegue un tortazo con el coche, y no sólo repercuta en él, sino que se pueda llevar por delante la vida de personas ajenas e inocentes
De los que no me acuerdo
Este fin de semana mi marido y yo hemos estado de hotel con spa en Calpe. Nos lo hemos pasado muy bien gozando juntos de algo que nos gusta, el spa. Nuestros hijos, que nos quieren muchísimo (y sus respectivos cónyuges, por supuesto), nos lo regalaron como regalo de Reyes Magos.
Parece que los problemas desaparecen o, al menos, quedan aparcados por algún tiempo. Es un dedicarse a nosotros mismos, sin casi pensar en nadie más. Y lo mejor es vivirlo con agradecimiento a nuestros hijos y a Dios, que les sugiere el mejor regalo.
La vuelta no se hace con tristeza porque ya se haya acabado "la buena vida", por lo menos para mi, pues lo bonito de ella es que, tanto los malos como los buenos momentos llegan y pasan, dejándonos una experiencia que nos servirá más adelante, o quizá no,..., pero ahí queda almacenada en nuestro cerebro por mucho tiempo.
Hemos optado por volver por la carretera nacional (a la ida fuimos por la autopista de pago, que no sé qué nombre tiene), y no había casi coches que llevaran nuestro camino.
La conversación era amena, comentarios sobre lo bien que lo habíamos pasado, los deseos de repetirlo, ... Pero ha habido un momento en que yo he sentido una gran tristeza.
En un trecho del camino había chicas en la cuneta, solas, esperando a que alguien requiriera sus "servicios". Estaban arregladas para llamar la atención, aunque no muy destapadas, ya que el tiempo era un poco desapacible.
Verlas a ellas y pensar la vida tan buena que Dios me está regalando ha sido todo uno. Y de ahí, me han venido a la cabeza otras muchas personas que viven en el mundo en este tiempo, como yo, y que jamás gozarán de tantos beneficios como me está regalando Dios.
¿Pensar que Dios es injusto? En algún tiempo lo hubiera pensado. Pero injustos sólo somos los hombres. Y el que hayan tantísimas personas que deban venderse, mendigar, robar, sufrir enfermedades por falta de medios, ..., y un sinfín de cosas más, no es culpa de Dios, en absoluto, sino nuestra.
Cuando somos "del montón" de los humanos, solemos tener ideales altruistas. Crremos que si estuviéramos nosotros en el poder, seríamos ecuánimes y a nadie le faltaría de nada. Nos vemos gobernando el mundo entero y ofreciendo nuestra vida por los demás y su bienestar.
Lo malo es que, cuando tenemos poder, nos olvidamos de los demás para acumular y enriquecernos con lo que sea.
Aquello de "yo, mi, me, conmigo" que aprendimos en Lengua algunos de nosotros (que ya somos de otro siglo y bien pasaditos), se cumple a la perfección. Lo aprendimos muy bien; aunque los más jóvenes también saben ejercerlo sin haber tenido que estudiarlo (la Lengua se ha convertido en "Castellano", y las famosas reglas de ortografía, al menos algunas, nos las quieren cambiar, para adecuarlas "a los tiempos que vivimos", ¡eso dicen!)
Creo firmemente que el poder cambia a los hombres. Y el ejemplo no hace falta que lo busque lejos de mi, porque hay veces que aprovechando mi posición de madre, ama de casa, catequista, ..., y últimamente, maestra, me necanta tener sometidos a mi a los que se ven en desventaja ante mi, generalmente por su edad, por los lazos que les unen a mi, etc.
Creo que debería rezar más por los que sufren mi "despotismo", y también por los que sufren mi "pasotismo" y despreocupación, como esas pobres chicas que, probablemente también por la crisis, tendrán que esforzarse más en la búsqueda de "clientes".
Pido a Dios que transforme mi corazón egoista por uno de carne que pueda donarse, de la manera que sea, en favor de los demás, que sufren hambre y sed, no sólo de alimentos y agua, sino de amor, especialmente. ¡Os agradecería que os uniérais a mi oración. Yo rezaré por esta intención por vosotros.
Parece que los problemas desaparecen o, al menos, quedan aparcados por algún tiempo. Es un dedicarse a nosotros mismos, sin casi pensar en nadie más. Y lo mejor es vivirlo con agradecimiento a nuestros hijos y a Dios, que les sugiere el mejor regalo.
La vuelta no se hace con tristeza porque ya se haya acabado "la buena vida", por lo menos para mi, pues lo bonito de ella es que, tanto los malos como los buenos momentos llegan y pasan, dejándonos una experiencia que nos servirá más adelante, o quizá no,..., pero ahí queda almacenada en nuestro cerebro por mucho tiempo.
Hemos optado por volver por la carretera nacional (a la ida fuimos por la autopista de pago, que no sé qué nombre tiene), y no había casi coches que llevaran nuestro camino.
La conversación era amena, comentarios sobre lo bien que lo habíamos pasado, los deseos de repetirlo, ... Pero ha habido un momento en que yo he sentido una gran tristeza.
En un trecho del camino había chicas en la cuneta, solas, esperando a que alguien requiriera sus "servicios". Estaban arregladas para llamar la atención, aunque no muy destapadas, ya que el tiempo era un poco desapacible.
Verlas a ellas y pensar la vida tan buena que Dios me está regalando ha sido todo uno. Y de ahí, me han venido a la cabeza otras muchas personas que viven en el mundo en este tiempo, como yo, y que jamás gozarán de tantos beneficios como me está regalando Dios.
¿Pensar que Dios es injusto? En algún tiempo lo hubiera pensado. Pero injustos sólo somos los hombres. Y el que hayan tantísimas personas que deban venderse, mendigar, robar, sufrir enfermedades por falta de medios, ..., y un sinfín de cosas más, no es culpa de Dios, en absoluto, sino nuestra.
Cuando somos "del montón" de los humanos, solemos tener ideales altruistas. Crremos que si estuviéramos nosotros en el poder, seríamos ecuánimes y a nadie le faltaría de nada. Nos vemos gobernando el mundo entero y ofreciendo nuestra vida por los demás y su bienestar.
Lo malo es que, cuando tenemos poder, nos olvidamos de los demás para acumular y enriquecernos con lo que sea.
Aquello de "yo, mi, me, conmigo" que aprendimos en Lengua algunos de nosotros (que ya somos de otro siglo y bien pasaditos), se cumple a la perfección. Lo aprendimos muy bien; aunque los más jóvenes también saben ejercerlo sin haber tenido que estudiarlo (la Lengua se ha convertido en "Castellano", y las famosas reglas de ortografía, al menos algunas, nos las quieren cambiar, para adecuarlas "a los tiempos que vivimos", ¡eso dicen!)
Creo firmemente que el poder cambia a los hombres. Y el ejemplo no hace falta que lo busque lejos de mi, porque hay veces que aprovechando mi posición de madre, ama de casa, catequista, ..., y últimamente, maestra, me necanta tener sometidos a mi a los que se ven en desventaja ante mi, generalmente por su edad, por los lazos que les unen a mi, etc.
Creo que debería rezar más por los que sufren mi "despotismo", y también por los que sufren mi "pasotismo" y despreocupación, como esas pobres chicas que, probablemente también por la crisis, tendrán que esforzarse más en la búsqueda de "clientes".
Pido a Dios que transforme mi corazón egoista por uno de carne que pueda donarse, de la manera que sea, en favor de los demás, que sufren hambre y sed, no sólo de alimentos y agua, sino de amor, especialmente. ¡Os agradecería que os uniérais a mi oración. Yo rezaré por esta intención por vosotros.
Cuando no se puede ver la realidad
Tengo yo un conocido al que quiero mucho, pues nos relaciona la Fe en Jesucristo, que ya tiene más de ochenta años. Siempre ha gozado de excelente salud, hasta que empezaron los achaques. Pero, la verdad es que no se podía quejar, ya que le llegaron ya bastante mayor, cuando somos algunos que llevamos tiempo "renqueando" con nuestra salud y mucho antes en la edad que él.
Cuando su vida se vio sacudida de improviso por la primera cosa "seria" en cuanto a la salud, se quedó atónito y no entendía que habiendo estado tan bien, le hubiera pasado algo de ese estilo. Los demás lo vimos algo muy natural, pues ya nos parecía raro que siempre hubiera estado como una "lechuga", en comparación a los otros de su edad, que ya caminaban de mal en peor.
Sus peticiones a Dios vienen siendo "monotemáticas" desde que la salud se fue transformando en enfermedad trás enfermedad. Le pide, con insistencia, con una "fe" ciega, con la esperanza de ser escuchado y atendido, que se vea libre de esa mala salud, para poder vivir mejor.
Y de ahí, no hay manera de sacarlo. No sé si no quiere o no puede ver la realidad, quizá sea esto segundo. Pero aún sigue pensando que, si Dios quiere, podrá recuperarse y sentirse como antes, fuerte, dispuesto a hacer cualquier favor por los demás (llevarles en coche a los sitios, ayudarles en alguna "cosilla" de sus casas, salir y hacer una compra para toda la semana, ...)
A mi, cada vez que lo veo, se me destroza el corazón, pues si le ha salido "alguna tecla más", propia de su edad, te lo dice como si fuera el final. Él se pregunta y se responde, ya que el oyente ya no sabe qué decirle, pues no escucha. "¡A ver si Dios me quita "ésto" y me voy encontrando cada vez mejor!"
Espero que Dios me ayude, en caso que llegara a una edad como la suya, a no perder de vista que tanto la "carrocería" como el "motor" no tienen una duración "eterna" (y, gracias a
Cuando su vida se vio sacudida de improviso por la primera cosa "seria" en cuanto a la salud, se quedó atónito y no entendía que habiendo estado tan bien, le hubiera pasado algo de ese estilo. Los demás lo vimos algo muy natural, pues ya nos parecía raro que siempre hubiera estado como una "lechuga", en comparación a los otros de su edad, que ya caminaban de mal en peor.
Sus peticiones a Dios vienen siendo "monotemáticas" desde que la salud se fue transformando en enfermedad trás enfermedad. Le pide, con insistencia, con una "fe" ciega, con la esperanza de ser escuchado y atendido, que se vea libre de esa mala salud, para poder vivir mejor.
Y de ahí, no hay manera de sacarlo. No sé si no quiere o no puede ver la realidad, quizá sea esto segundo. Pero aún sigue pensando que, si Dios quiere, podrá recuperarse y sentirse como antes, fuerte, dispuesto a hacer cualquier favor por los demás (llevarles en coche a los sitios, ayudarles en alguna "cosilla" de sus casas, salir y hacer una compra para toda la semana, ...)
A mi, cada vez que lo veo, se me destroza el corazón, pues si le ha salido "alguna tecla más", propia de su edad, te lo dice como si fuera el final. Él se pregunta y se responde, ya que el oyente ya no sabe qué decirle, pues no escucha. "¡A ver si Dios me quita "ésto" y me voy encontrando cada vez mejor!"
Espero que Dios me ayude, en caso que llegara a una edad como la suya, a no perder de vista que tanto la "carrocería" como el "motor" no tienen una duración "eterna" (y, gracias a
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