La historia viene de lejos, de hace dos años, cuando, tras la insistencia del equipo directivo del colegio en el que trabajaba, de que me quedara en el puesto que quedaba vacante, y quien debía acceder a su petición, desoyó sus palabras y colocó a una maestra nueva.
Este curso pasado, cubriendo una nueva vacante, cuando la maestra a la que sustituía decidió tomarse un año de excedencia, de nuevo el equipo directivo del colegio, insistió a quien se ocupa de darme sustituciones, para que siguiera yo, ya que la lógica dice que cuando alguien permanece en un sitio sin dar problemas, siendo aceptada por los compañeros, sabiendo llevar a los niños, pero, una vez más, se le dio a un maestro.
Según algunos, tanto en el primero como en el segundo caso, que yo vea un "algo" en quien me ha de dar trabajo en contra mía, son sólo apreciaciones.
Apreciación ha sido ver, por casualidad, como la maestra que se quedó en el primer colegio y quien se encarga de mi, se saludaban efusivamente, como quienes se conocen de antemano y entre las que hay "buen rollito".
Apreciación mía fue descubrir que el segundo trabajo se lo dieron a un maestro que no pertenece al grupo que lleva quien se encarga de darme trabajo, sino que no la conoce y nunca había hablado con esa persona.
Pero mis apreciaciones han dejado de serlo cuando por vías de fiar se que las sustituciones no las da la Consellería, como decía esa persona, sino que las da el arzobispado desde la comisión de educación, concretamente cada coordinador.
La conclusión es que, por lo que sea, para esa persona todo lo que se diga bueno de mi, que se insista para que permanezca en un puesto, ..., es fastidioso, y desoye lo que se le dice.
Aparentemente, esa persona es una injusta, es mi enemigo terrible, y de mi sólo debería salir desprecio, odio, malos deseos, ... Quizá, también puede ser, lo que hace lo hace a conciencia, ya que es igual de libre que yo para tomar un camino u otro.
Pero, mi fe me dice que es una marioneta en manos de mi verdadero enemigo, el demonio. Todo ésto es obra suya. Y lo que está intentando, así lo veo yo, es que me desespere, me hunda en la miseria, y, sobre todo, que llegue a decir que Dios es malo y que no me quiere.
Han habido muchas experiencias en mi vida en las que he visto claramente la mano amorosa de Dios, dos de las cuales son las muertes de mi hija Paloma y de mi madre. La última fue la de mi madre, y el sufrimiento tan desgarrador que sentí por la separación temporal, podía haber sido un buen caldo de cultivo para el demonio, para llevarme a su terreno. Pero Dios, mediante Su Espíritu Santo, estuvo tan potente en mi, que Su fortaleza me mantuvo firme en la fe.
Ésto me cambió, en cierto modo, me ayudó a poder decir delante del Sagrario de mi parroquia, delante de Jesús, que le entregaba mi vida, todo mi ser; que desde ese momento quería odiar con todas mis fuerzas al demonio y que todo sufrimiento que Dios, Su Padre, permitiera en mi vida, lucharía contra él, para acptarlo y seguir el verdadero camino de la felicidad, el Amor, especialmente al enemigo (por supuesto, no al demonio, sino a todo aquel que él utilizara para destruirme)
La primera palabra de Dios, con la que supe que había aceptado mi ofrecimiento, fue la depresión; cuánto bien he recibido a través de ella, aunque no negaré que me ha hecho, que me está haciendo sufrir mucho.
En medio de ella, pude aceptar con gran dolor de corazón el cambio de unas personas a las que quería y consideraba mis amigos, que se presentaron como mis enemigos. No he vuelto ni a hablar con ellos ni a verlos, porque no hemos coincidido en ningún sitio. Pero desde aquel día, no me he olvidado de rezar por ellos, para que Dios les bendiga. Y esto es un regalo de Dios, que conoce mi debilidad y sabe que yo no puedo hacerlo sola.
Y, ahora, toda esta historia de mis desencuentros con quien me da el trabajo, me ha abierto los ojos y puedo ver que el demonio ha utilizado otra persona contra mi, para llevarme a la muerte. Sí, un enemigo, que obligado por el demonio, me está haciendo daño. Y yo, qué puedo hacer; sólo una cosa, dejarme ayudar por el Espíritu Santo para poder rezar a Dios cada día para que lo bendiga.
Y, como en toda ocasión, aunque no entiendo, aunque sufro mucho, aunque veo un abismo delante de mi, lleno de terror y oscuridad, creo firmemente en Dios, en todo lo que me quiere, en que nada de lo que permite en mi vida es malo, muy al contrario, todo coopera para mi salvación.
También María está siendo un apoyo grande para mi en estos momentos. El Rosario es un bálsamo que dulcifica mis asperezas. Y Jesús, cada mañana viene a mi, mostrándome sus llagas, para que no olvide hasta que extremo ha de llegar el verdadero Amor.
Sí, estoy sufriendo y ni siquiera se qué debo de hacer al respecto, si es que he de hacer algo. Hay momentos en que me pongo triste, pero eso es del demonio, que sabe bien "liarme" en sus redes. Pero, con la asistencia de Espíritu Santo, la bondad de Dios, el amor maternal de María y las llagas de Cristo, que me amó hasta el extremo, todo pasará. Dios, estoy segura, me hará justicia de mi enemigo, el demonio.
Rezad por mi. Yo rezo por vosotros.
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