jueves, 15 de septiembre de 2011

El amigo del alma

El amigo del alma

Después de un largo silencio, en el que no había tema, o que no lo quería comentar, aquí estoy de nuevo. Y, como el título anuncia, para hablar de mi amigo del alma.
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Y, de pronto, me dijo: "Pasa a ver a tu amigo"
El corazón me dio un brinco, pues quería verlo, pero como sabía que estaba mal no había querido molestarle.
Mi amigo del alma es, sin ninguna duda, el mismo Cristo, el Cristo sufriente. Poderlo ver es para mi acercarme a Su presencia viva. Mi amigo es un sencillo sagrario, que lleva muy dentro a Cristo muerto en la cruz y resucitado para nuestra salvación.
Nunca lo dudo, cuando Dios me concede acercarme a un enfermo me está regalando el don de estar al lado de Su Hijo.
Y cuando llega el momento de acompañar a Cristo en un enfermo no me sale decirle cosas como: pronto te pondrás bien, hay que ver qué bien se te ve, ..., o cosas por el estilo; eso es mentir o crear falsas ilusiones. Porque creo que los enfermos necesitan escuchar la verdad con amor.
Mi amigo del alma, al que tengo el don de poder ver con alguna frecuencia, cuando le hablo de cuánto le quiere Dios, de cómo permitió que Su Hijo pasara por la muerte de cruz porque le estaba amando a él, le estaba salvando, le estaba dando la vida verdadera, no la que se le está escapando día a día, me mira, con esos ojos azules, profundos como el mar, abiertos como el cielo, dulces como el abrazo de un niño, ..., y se que me está entendiendo, sabe de lo que estoy hablando, de algo que es como bálsamo en su corazón, de algo que le acerca un poco más al amor de la vida, a Cristo.
Me entristece pensar en el final, sí, lo reconozco. Quizá se me achaque que soy una agorera, que me voy con la cabeza a un futuro que no puedo conocer, que debería pensar en positivo.
Pero soy más de carne de lo que me creo, es decir, que por más fuerte que quiera aparentar ser, soy frágil como un cristal, que sólo con un simple portaza se hace mil añicos.
Por eso, por mi propio bien, quizá de un modo egoista, cuando estoy a solas con mi amigo del alma sólo me sale hablarle bien de Dios. Porque Dios todo lo hace bien y para nuestro bien.
En mi corazón siempre ha habido y habrá un rinconcito muy especial para mi amigo del alma.
Mi amigo del alma y yo tenemos unidos nuestros corazones en Cristo, y eso no lo puede separar nadie.
Mi amigo del alma se llama José. ¡Qué Dios le bendiga!

El amigo del alma

Después de un largo silencio, en el que no había tema, o que no lo quería comentar, aquí estoy de nuevo. Y, como el título anuncia, para hablar de mi amigo del alma.
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Pero, como