domingo, 24 de abril de 2011

"Mis planes no son vuestros planes"

“Mis planes no son vuestros planes”, me dijo ayer, en la celebración de la Vigilia Pascual, Dios. Esas fueron las palabras que quedaron en mi corazón, como base sobre la que Cristo quiere que empiece el tiempo de Pascua.
Porque tengo un gran pecado; querer llevar mi vida adelante, pensando que se lo que me conviene. Pero no me quedo ahí solamente. Resulta que también tengo las cosas “claras” sobre lo que conviene a los demás, especialmente a los más cercanos.
Y cuando las cosas no se hacen como yo quiero, sale de mi corazón un “huracán”, que se manifiesta en juicio, unas veces que no se ve y otras que sí, y que consigue herir profundamente a los que quiero amar con todo mi ser.
“Yo soy Dios y no hay otro”, dice el único Dios verdadero; pero yo vivo como si el lugar de Dios fuera el mío, es decir, yo soy Dios, yo, Mari Carmen Fliquete García.
Y en muchas ocasiones soy capaz de no querer cambiar mis planes, ni siquiera cuando en ello me va la vida. Porque cuando sigo mis planes, me muero siempre.
Pero no soy un caso perdido, porque ayer Cristo resucitó por mí y para mí. Para que yo tenga, vida Él tuvo que padecer mucho, hasta morir en la Cruz.
Y ese Amor derramado abundantemente, que manó de Su costado traspasado, es el que, poco a poco, día a día, segundo a segundo, podrá transformar mi deseo de ser Dios en deseo de ser simplemente Su hija, Su pequeña, la niña de Sus ojos.
Vivir sin que nadie me vea ni me tenga en cuenta, vivir para los demás, vivir en el Amor que lleva a la Vida Eterna.
Ahí Cristo mío, desde el sagrario, tiende, con un hilo invisible hasta mi corazón, el ansia de amarte y de amarte en los demás.
Tú que has resucitado, resucita en mí y transforma mi corazón muerto por el pecado en un corazón de carne que se pueda donar por completo.
Nada vale en esta, mi pobre vida, cuando sigo los planes forjados en mi corazón independiente y separado de Dios. Sólo Tú, Padre bueno, sólo Tú en mi corazón, por la intercesión de la Virgen María, por el Espíritu Santo, en Cristo muerto y resucitado.
¡CRITO HA RESUCITADO, ALELUYA! ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!

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