jueves, 14 de octubre de 2010

Los sufrimientos de ahora ...

El título de esta nueva entrada está sacado de un fragmento de una carta de san Pablo a los Romanos. "Los sufrimiento de ahora no pesan lo que la gloria que un día se manifestará ..."
Los sufrimientos los hay de muchas maneras: por enfermedad, por carencia de dinero, por falta de trabajo, por vivir el abandono del mundo, de no sentirse querido, ...
Pienso que el más duro es el que viene por la falta de amor, por ser alguien que no importa a nadie, que nadie se interesa por él, que no hay quien tenga un simple pensamiento en el que aparezca, ...
Pero creo que Dios está por encima de todo sufrimiento y encontrándose con Jesucristo todo sufrimiento es llevadero, ya sabes, por eso de que "mi yugo es suave y mi carga ligera ..."
A lo largo de la historia del mundo, desde que Cristó pasó por él haciendo el bien, sufriendo voluntariamente hasta la muerte, para que ya nadie muera más sino que pueda alcanzar la Vida Eterna, ha habido muchas personas que, buscando un encuentro más íntimo con Él, han buscado deliberadamente los sufrimientos, y muchos de ellos hoy los conocemos como los Santos de la Iglesia.
Creo que debe haber muchos más que sólo Dios sabe que llegaron también a alcanzar la santidad; a fin de cuentas, eso es lo que importa, lo que Dios sepa y no lo que sepamos los hombres.
Pero también creo que lo más normal, lo que nos sale en principio es huir de todo sufrimiento que podamos "controlar". Y cuando no podemos controlarlo, pues viene la rebelión contra Dios y Su voluntad para nosotros. Uno de los sufrimientos incontrolables para mí es el que viene por la salud, mejor dicho, por la falta de ella. De esa Dios ha tenido a bien hacerme bastante conocedora; y no sólo eso, sino que en su gran misericordia conmigo (nada merecida, por supuesto), hasta hoy me da la fuerza del Espíritu Santo, para vivir en la alegría, a pesar de ....
Antes, nada tenía sentido. Me venían "males" por todas partes y no entendía por qué. Unas veces, al principio, llegué a pensar que Dios me castigaba por lo malo que hacía o lo bueno que dejaba de hacer.
Pero, ¡qué descanso cuando escuche esa lectura donde dice que Dios a sus hijos preferidos los trata (o corrige) con vara de palo...!
Sí, lo puedo decir y con inmensa alegría, Dios se ha fijado en mí para hacerme pasar por cosas que, sin Su ayuda, serían una maldición para mí.
Al que tenga la santa paciencia de leerme, le suplico encarecidamente rece por mí, porque soy débil y todo lo vivo por la gracia de Dios; y, si en algo confía en mí, implore la ayuda del Espíritu Santo ante cualquier sufrimiento, que Él le dará fortaleza y le susurrará dulcemente al oído del corazón que el Amor que Dios le tiene es tan grande, que no sabe cómo llamar su atención para que lo sepa.
Dios quiere hijos predilectos, sólo tenemos que dejarle nos elija y ponernos en Sus manos.
Porque lo realmente importante es "¡Sólo Dios!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario