Tenemos una hermana de la comunidad que, desde que la conozco, ha estado enferma. Nuestros hijos siempre se han sentido impresionados, porque en las celebraciones se pasaba el rato, por lo general, tosiendo. Pero no una tos cualquiera, era una tos en la que a veces se enganchaba, con lo que se pasaba un tiempo (que a todos nos parecía interminable) sin respirar. No era una tos seca, sino todo lo contrario, pero en ese sentido, prefiero omitir, por el bien del que me lea, cómo era.
Han sido varias veces, a lo largo del tiempo, en que su enfermedad se ha agudizado, con lo que la hemos tenido muy malita. Pero ella, independientemente de su caracter, de su forma de ser, de sus "manías" (como todos tenemos), ..., siempre ha estado fiada en el Señor, del que sabía estaba recibiendo días de vida que, por su estado, eran un gran regalo.
Nunca se me había ocurrido que llegaría a encontrarse gravísima, a no ser que fuera por su larga enfermedad. Y un domingo, ya digo, sin esperarlo nadie, recibimos el aviso que está en la UCI, con una meningitis muy agresiva.
No sé si alguno de vosotros puede llegar a entender nuestra sorpresa, si bien muy desagradable, también sorprendente por el modo en el que parecía acercarse a la muerte.
Los que sabéis de qué va, os digo que la Comunión de los Santos funcionó sin pérdida alguna. Las oraciones, los consuelos a su hijo y su nuera. Todos creíamos que era el momento en que nos dejaba, pero, como se dice algunas veces, cuando alguien se recupera sin esperarlo, "rebiscoló" (que no sé si es con "v" o con "b")
La mejora fue en aumento, hasta el punto que la sacaron a la habitación.
Pero, otra vez, sin que nadie lo esperaba, surge una complicación, por la que se le revienta una variz que tiene en el esófago, y vuelve a la UCI, gravísima. Las espectativas eran malas otra vez. Y, los médicos decidieron sacarla en cuanto fuera posible de la UCI, porque ya no había posibilidad de recuperación.
Pero, hay que ver, cuando Dios no lo ve todavía, no nos llama a Su presencia. Pocos días después, volvió a "reviscolar". Parecía que de nuevo la esperanza salía a flote.
Y ayer, que había hablado con su nuera, que me dijo ya que les habían dicho que le faltaba poco tiempo para morir, me despedí de ella, porque tennía catquqesis de Confirmación. Me dijo mi marido que a penas habían pasado quince minutos, volvió a llamar la nuera diciendo que ya había muerto.
Yo, que me tengo por una persona bastante "meditadora", empecé a pensar lo efímero de nuestra vida. Que cuando nacemos sólo hay una cosa segura, porla que todos pasaremos, más tarde o más temprano: la muerte.
Y en cuanto a mi estado de ánimo, al modo en que lo tomé, la verdad es que me llené de gran tristeza. Hoy iba a ir a visitarla, pero Dios la llamó el mismo día de su santo, la Encarnación. Sí, Encarna siguió a Jesucristo durante su vida y, al final de ella no se había hecho remisa, acudiendo a Su llamada,ayer mismo, a media tarde.
Es imposible no dolerse con la falta de los hermanos, y considero completamente dentro del ser cristiano (o al menos intentarlo) el echar a faltar a alguien con el que estabas unido por el Espíritu Santo, que es la única unión verdadera e "irrompible"
Pero no puedo quedarme solamente en la tristeza. Mañana en su funeral, si Dios me concede poder ir a acompañarla en su último recorrido aquí en la tierra, cantaré el Credo, poniendo voz a sus labios mudos. Y seré nuevamente consciente de que el lugar en el que está es el mejor, es la verdadera vida, la Vida Eterna, estando presente ante Dios Padre todo poderoso, acompañada de todos sus seres queridos y con los ángeles que adoran eternamente a nuestro Dios. Y habré cantado también en la misa de funeral que, como a ella, "llévame al Cielo, oh Señor", porque ese es el mejor anhelo de un corazón pecador, que confía en la misericordia de Dios.
Sí, Encarna descansa en Paz.
¡Espérame, hermana, hasta que pueda ir a tu lado! Amén
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