Nunca agradeceré lo suficiente a Dios que me concediera la pasión por la lectura. Es cierto que en muchas ocasiones, especialmente durante mi adolescencia, cayeron en mis manos lecturas nada recomendables. ¿Cosas de la edad o del pecado que me domina desde que nací?
Tengo muy presente una vez en que, a escondidas de mis padres, busqué, encontré y leí un libro del que les había oído hablar con sus amigos, de forma muy "picarona", y que habían comprado.
Cuando descubrí dónde lo tenían escondido, empecé a leerlo. Y, cuanto más leía, más quería seguir leyendo, dando a mi imaginación motivo para alienarme en lo que no debía, porque me hacía mucho daño.
Es posible que hubiera otras lecturas inadecuadas, pero aquella me marcó, hasta el punto de no olvidarlo hasta hoy.
Y no tuvieron la culpa de que leyera aquel libro, que por cierto llevaba por título "La Romana" (¿alguien lo conoce?) mis padres, pues lo escondieron desde el primer momento en que llegó a casa. El problema es que he sido muy "registradora" de todo lo que teníamos en casa, y, la insistencia con la que lo busqué, desgraciadamente tuvo éxito.
En fin, aunque desde el comienzo aquel hecho fue fruto de mi pecado, no puedo más que dar gracias a Dios que fue curando aquellas incursiones mías por ese mundo de concupiscencia desatada.
Bien, pues volviendo al inicio, se que el gusto por la lectura no todos lo tienen; así que me siento privilegiada por disfrutar de él.
A lo largo de mi vida he ido pasando por diversos temas de preferencia: romántico, de intriga, cómico, aventuras, ... Pero en el que estoy actualmente me está durando mucho más que todos los demás y el disfrute es inmensamente mayor.
El tema religioso.
¡Qué satisfacciones me está dando!
He leído, vidas de santos, escritos de los Santos Padres, cartas apostólicas, encíclicas, .... Y, cómo no, la Biblia, no de un tirón, que me atragantaría, sino a pequeños pedacitos, cada día, Antiguo y Nuevo Testamento.
Pero a lo que iba, últimamente estoy disfrutando con la lectura de la vida del hermano Rafael, san Rafael Arnáiz, trapense. Y de sus escritos, de su manera de vivir la fe, de luchar por vivir en la aceptación de la voluntad de Dios en su vida, por alcanzarla humildad, por descansar en la mansedumbre, ....
¡Diría tantas cosas, ...! Pero siempre me quedaría corta.
Ayer no podía dormir, pues estaba acabando el segundo libro sobre él. Y cuando lo acabé, tampoco podía dormir porque mi espíritu estaba muy despierto, degustando algunas palabras, algunas frases, ...
Seguramente alguno estará pensando que ¡basta ya con el temita!, pues estoy tan a gusto con él, porque me une más a Cristo, que no hago más que hablar de él.
Mis más humildes perdones, pero cuando se encuentra una perla preciosa es lo mejor compartirla con los demás.
Estaría contenta si con esta "pesadumbre" mía hacia los demás, salgan ganado y les entre el "gusanillo" y decidan adentrarse en esa vida tan sencilla y tan apasionante a la vez, del hermano Rafael.
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