martes, 9 de octubre de 2012

Los que se salen con la suya

Yo soy una de esas que toda la vida me he querido salir con la mía. Síntoma inquívoco de lo egoista que soy.
Pero hoy voy a contar una historia. Esta vez no es algo personal, propio, pero sí de alguien muy allegado a mí. Sin nombres, ¿vale?
Se de alguien, ya mayor (unos ochenta años) que toda su vida ha hecho su voluntad prácticamente en todo. Ha tenido subyugados a los de su alrededor, y sólo con una mirada los ha atemorizado. No le ha hecho falta pegar un golpe en la mesa, sino que el golpe de su mirada enfurecida era suficiente para conseguir lo que quería.
Es cierto que se le ha querido mucho, a veces, demasiado, hasta el punto de tenerle como un "ídolo" a seguir.
Pues como el tiempo no pasa en valde, también está sufriendo el desgaste propio de la edad. Y no sólo eso, sino que además Dios le está probando seriamente en la salud.
Pero, ¡qué difícil dejar de ser lo que siempre se ha sido!
No reconoce su debilidad, aunque sólo en lo que no le interesa. Cuando la cosa se trata de algo en lo que ha de parecer fuerte, lo "aparenta".
Y su historia de ahora mismo, es que, después de que las personas que le quieren de verdad, han luchado para que no le renueven el permiso de conducir (no porque les parezca ya mayor, ¡ni mucho menos! Sólo porque lleva a cuestas un ictus, un desarreglo cardiáco, que le tiene pegado a un marcapasos de por vida, varios desvanecimientos, ...), por fin, se lo han renovado.
Una que yo me se, ya completamente tranquila por saber que ha hecho lo que debía, cuando le ha enseñado el nuevo carnet, le ha dicho que no se alegraba nada de nada.
Y que era una pena que se pensase que se lo daban porque le veían apto, pue se lo han dado porque es un contribuyente más, del que sacarán tajada cada cierto tiempo.
Y, no le hadicho que nadie de su familia se va a subir a su coche, mientras conduzca él.
Al fin de todo, como en todas las cosas, siempre prima el dinero. El dinero mueve el mundo, a todos los niveles; y anadie le importa que a alguna persona enferma le de un desvanecimiento, por ejemplo, y se pegue un tortazo con el coche, y no sólo repercuta en él, sino que se pueda llevar por delante la vida de personas ajenas e inocentes

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