viernes, 20 de enero de 2012

UNA MUERTE ANUNCIADA

UNA MUERTE ANUNCIADA


Se esperaba desde hacía algunos días, incluso quizá desde algunas semanas. La madre de mi hermana Xima estaba cada vez peor.
¡Cuántos sufrimientos! Porque, como hija, quería estar cuidando de su madre lo más posible; también deseaba disfrutar de los últimos días para estar con ella, recordando tanto los buenos como los malos momentos de la vida, sobre todo, gustando dulcemente sus desvelos durante la infancia, su compañía durante la adolescencia, su comprensión en la madurez, …,;
Pero, las circunstancias familiares, a veces, son más bien un impedimento para lo que se desea, de todo corazón, hacer. Lo primero, aunque no lo más decisivo, es decir, el menor impedimento, era la atención debida a su hijo José.
Y no era el mayor impedimento, porque José no sólo la tiene a ella; su padre y sus hermanos lo cuidan muy bien, como ella. Pero las personas, actuando por los propios egoísmos, por la búsqueda de la comodidad, por la envidia, …, ni hacemos ni dejamos hacer.
Yo también tuve algún sufrimiento de esta clase, cuando mi madre estaba también al final de sus días; se me decía, hasta la saciedad, que no hacía falta que fuera a visitarla todos los días; que tenía otra hermana, que nos turnáramos.
Quien así habla, no sabe lo que dice, no ha amado profundamente a nadie, tan solo se ama a sí mismo. Pero, …, ¡eso es una historia pasada, que debería borrar de mi cabeza!
Pero, lo más importante de todo es que la madre de Xima ya está, por fin, en el Cielo. Esto me recuerda cuando también la mía se fue.
El dolor, lo comparto y lo entiendo; sé por dónde está pasando. Pero uno de los días que íbamos a visitar a mi madre al hospital, recuerdo que en casa me entró una gran tristeza, como si la esperanza empezara a alejarse, como si sólo me quedara abatida con su próxima pérdida.
En esas ocasiones Dios no me deja en la soledad, no quiere que me hunda en la tristeza. Me inspira, por medio del Espíritu Santo, para que abra al azar la Biblia, y me da una Palabra de Vida.
“Los sufrimientos de ahora no son comparables con la alegría que un día se nos manifestará….”
Comprender en el corazón que estas palabras son verdad, es un bálsamo suave que penetra dentro, en lo más interior de ese corazón entristecido, y cura, reanima, devuelve las fuerzas que se han perdido.
Esta era una muerte anunciada, esperada, …, pero cuando llega, es igual de sorprendente que cualquier muerte, porque el que se queda, no esperaba que fuera “tan pronto”
Esta es la última muerte esperada entre los hermanos de la comunidad. Las que vengan en adelante, sólo Dios lo sabe. Pero, cuando sea, como cantamos desde lo profundo del corazón, “Llévame al Cielo, oh Señor; porque morir es con mucho lo mejor! Estar contigo, estar contigo, ….
¡Descansa en Paz!

No hay comentarios:

Publicar un comentario