martes, 20 de diciembre de 2011

....Y SE HA ABIERTO EL CIELO PARA ÉL

¡Qué cosas tiene la vida!
No hace casi nada que he escrito sobre mi tío, sobre el cambio de mi corazón hacia él, ..., y me acaba de llamar mi hermana, para decirme que mi tío ha muerto hacia las dos del medio día.
Me alegro por él, en primer lugar porque su sufrimiento era muy grande, y Dios ha querido dejarlo descansar;

Mi hermana, mientras estaba escribiendo, me ha llamado otra vez, para decirme que mi padre le había dicho que si podíamos ir al hospital, pues estaban los sobrinos de la otra familia.
Mi respuesta ha sido rápida: No me importa que estén todos y si pueden pensar que no respondemos a la situación (no sé qué opinión tienen de nosotros), el motivo por el que pensaba que debíamos ir era por nuestro padre, y mi motivo personal, para despedirme de mi tío.
Un muerto siempre será un muerto, y se le mirará como tal, siempre y cuando no se tenga ninguna relación afectiva con él. Hoy he besado a mi querido tío, al que he podido amar en Cristo, como don de Dios que, generosamente me ha regalado.

Estaba diciendo que me alegraba de que todo hubiera acabado para mi tío, aquí en la tierra, porque ha cesado su sufrimiento. También me alegro por la bondad de Dios que ha permitido que se vaya y a mi no me quede ningún resquemor hacia él. Me alegro porque mi tía estaba pasando una dura agonía. Ayer nos decía a mi hermana y a mi, que no se veía viviendo sin él. ¿Habrá entendido cuando le he dicho que ahora está más cerca de él que antes? ¿Cuánto el costará aceptar ese modo de vivir, hasta que a ella le llame también Dios?
Sólo puedo rezar por ella, y, en la medida de lo posible, siempre y cuando ella no se cierre a nuestra familia (pues de ella tampoco sentimos nunca un poquito de amor), visitarle y hablarle del Amor que Dios le tiene.
En fin, eso no depende de mi, ella ha de dejarme entrar en su corazón. El mío ya está empeñado en ella, ya ha aprendido a amarla en Cristo, que la amó tanto que murió por ella en la Cruz.


Tío, ya descansas en Paz. Intercede por mi al Padre.

El secreto, el amor a Cristo

La última entrada al blogg me quedó un poco descorazonadora. Ante mi tío sufriente, sólo compasión, nada de afecto.
Vivir cerca de Cristo me pone en mi sitio y pone en su sitio a las demás personas, especialmente a las que está más cerca de mi.
Ayer, fue Él quien me abrió los ojos, no sólo los de la cara, sino también los del corazón, que pienso son los más importantes.
¿Cómo era posible que teniendo la oportunidad de ir al encuentro del Cristo sufriente, me quedaba en lo exterior, sin más?
Fui a visitarlo, pero de otra manera muy distinta. Cristo quería que fuera con Amor. Me preparó un corazón tierno y dulce.
Al entrar en la habitación, ¡qué mal lo vi! Pero, allí estaba el Cristo completo, dejando escapar la vida sin poner resistencia, siendo el cordero sufriente, al que sólo se le ama. Nada más cabía en mi corazón.
Sí, en Cristo, por Él y con Él, el Amor, que Él mismo me da, salía sin reserva alguna hacia mi pobre tío, que está teniendo un tránsito duro, muy duro.
Ella, mi tía, de la que creo no he dicho nada, llorando a su lado. ¡Tantos años juntos!, decía. Nunca se está preparado para la última despedida, antes de encontrarse en el Cielo, con las personas a las que amamos.
Que Dios les sostenga, a cada uno en la situación concreta que está viviendo y, que de mi sólo reciban el Amor verdadero que viene de Dios, y no se puede guardar para uno mismo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El roce hace el cariño

Tengo en el hospital dos personas conocidas. Una es mi tío, el hermano mayor de mi padre, y la otra es Mari Cruz, hermana de la comunidad.
Hablaré primero de mi tío. No tiene hijos, por lo que mi hermana y yo somos la familia, después de mi padre, claro está, más cercana que tiene. El otro hermano, el mediano y mis primas hace años que dejaron de ser familia para él. ¡Como siempre, por el dinero!
Así que, cuando llegaba la Navidad, mi tío nos recordaba que nos daba las estrenas nuestras y las que les hubiera dado a mis primas.
A mí eso me hacía daño, pues era como si nos restregara por la cara su dinero. ¡Siempre ha sido así!
Recuerdo que hace años le dijo a mi padre que fuéramos a su casa, pues tenía que darnos algo. ¡Medio millón de pesetas! (fijaos si hace tiempo!)
En fin, fuera de esa excepción, no ha habido más detalles, ni siquiera una llamada para felicitarnos por nuestro cumpleaños, y eso que mi hermana es su ahijada de Bautismo.
El día de Navidad, cuando íbamos a su casa a felicitarles la Navidad a él y mi tía, era un día negro para nosotras. ¡Parecía que íbamos a mendigar! Y él, con la frasecita de siempre: Os doy lo vuestro y lo de vuestras primas.
Cuando me case, como yo digo cuando me da dinero, me soltó la "morterá" y si te he visto no me acuerdo. También cuando mis hijos se han casado se ha rascado el bolsillo.
Pero afecto, lo que se dice sentir que te quiere, jamás.
Pues desde el lunes pasado está ingresado en el hospital General, por un derrame cerebral.
La primera vez que fui con mi hermana a verlo, vi una piltrafa; él que siempre había sido un "señorito" rico, y se sentía muy bien consigo mismo.
Ayer le di la merienda por sonda nasogástrica, y, sin quererlo, le vi sus partes íntimas.
Y, cada vez que vuelvo a casa, se lo digo a mi marido: no me sale afecto, sólo compasión. Supongo que con eso, basta, pues gracias a Dios no me sale odio y cierto regustillo por verlo hecho un niño pequeño, que ni habla y puede comer solo, ni hacer sus necesidades.
Compasión, espero que eso baste.

Sin mebargo, Mari Cruz, mi hermana de la comunidad. Diría tantas cosas que estaría escribiendo horas. Bastará decir que somos hermanas , que nos amamos en Cristo y que, con esa llamada para ella y su familia, con el ataque al corazón, de parte de Dios me habla, penetra el dolor en lo más profundo del corazón, y no dejo de rezar por ella ni un solo día.


¡Qué distinto es el Amor cuando Dios lo regala suavemente!