domingo, 1 de agosto de 2010

¿Cómo de grande puede ser el corazón?

Estos días han estado en Valencia, concretamente en Alzira, donde viven mis hijos mayores, un matrimonio muy querido, de Roma, que conozco hace muchos años, antes incluso de que ambos se conocieran y decidieran, asistidos por el Espíritu Santo, unir sus vidas en Cristo. Tienen tres preciosos hijos, verdaderos regalos de Dios.
Y el gozo de verlos una vez más ha llenado estos días mi corazón de alegría.
Siempre me pasa, que cuando alguien muy querido está "a mi lado", el corazón late de un modo distinto, se conmueve, se esponja, y reconoce en cada uno de sus rincones la cantidad de personas que Dios ha ido depositando en él, a través de los años.
Sí, hace tiempo descubrí que en el corazón caben muchísimas personas; y cuantas más "me presenta" Dios, más grande se hace y siempre hay sitio dispuesto a recibirlos.
Tengo presentes personas de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, de mi madurez, ... Y cada día, cuando rezo, hay un momento muy especial, en el que es como si me metiera muy dentro del corazón, y pido a Dios por todos ellos. Es cierto que no recuerdo de un modo especial a todos, ¡son tantos...!
Pero si recuerdo con nombres y apellidos a algunos de ellos. Y cada día me vienen a la memoria unos distintos, según, creo, Dios quiere.
Y, una vez recordados unos, siempre le ofrezco a Dios mis oraciones por todos los demás.
Y, aunque parezca raro, también tengo muy guardados y recordados a algunos que me consta no me quieren y piensan mal de mí. ¡Eso es un don! Porque el daño que, en su momento me hicieron, me dejó muy mal. Pero se que Dios quiere que me preocupe de sus necesidades, porque son sus hijos muy queridos.
Así que, sólo puedo responder a la pregunta del título de estas palabras que el corazón es un regalo que Dios ha hecho al hombre, y le ha dado el don de ir ensanchándose, conforme Él necesita de alguien para que rece insistentemente por sus hijos muy amados y los guarde con cariño para toda la eternidad.
Yo le pido que siga fiándose de mi y me conceda el regalo de muchas más personas para que me preocupe por ellas, y así deje de preocuparme tanto de mí.

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