La historia viene de lejos, de hace dos años, cuando, tras la insistencia del equipo directivo del colegio en el que trabajaba, de que me quedara en el puesto que quedaba vacante, y quien debía acceder a su petición, desoyó sus palabras y colocó a una maestra nueva.
Este curso pasado, cubriendo una nueva vacante, cuando la maestra a la que sustituía decidió tomarse un año de excedencia, de nuevo el equipo directivo del colegio, insistió a quien se ocupa de darme sustituciones, para que siguiera yo, ya que la lógica dice que cuando alguien permanece en un sitio sin dar problemas, siendo aceptada por los compañeros, sabiendo llevar a los niños, pero, una vez más, se le dio a un maestro.
Según algunos, tanto en el primero como en el segundo caso, que yo vea un "algo" en quien me ha de dar trabajo en contra mía, son sólo apreciaciones.
Apreciación ha sido ver, por casualidad, como la maestra que se quedó en el primer colegio y quien se encarga de mi, se saludaban efusivamente, como quienes se conocen de antemano y entre las que hay "buen rollito".
Apreciación mía fue descubrir que el segundo trabajo se lo dieron a un maestro que no pertenece al grupo que lleva quien se encarga de darme trabajo, sino que no la conoce y nunca había hablado con esa persona.
Pero mis apreciaciones han dejado de serlo cuando por vías de fiar se que las sustituciones no las da la Consellería, como decía esa persona, sino que las da el arzobispado desde la comisión de educación, concretamente cada coordinador.
La conclusión es que, por lo que sea, para esa persona todo lo que se diga bueno de mi, que se insista para que permanezca en un puesto, ..., es fastidioso, y desoye lo que se le dice.
Aparentemente, esa persona es una injusta, es mi enemigo terrible, y de mi sólo debería salir desprecio, odio, malos deseos, ... Quizá, también puede ser, lo que hace lo hace a conciencia, ya que es igual de libre que yo para tomar un camino u otro.
Pero, mi fe me dice que es una marioneta en manos de mi verdadero enemigo, el demonio. Todo ésto es obra suya. Y lo que está intentando, así lo veo yo, es que me desespere, me hunda en la miseria, y, sobre todo, que llegue a decir que Dios es malo y que no me quiere.
Han habido muchas experiencias en mi vida en las que he visto claramente la mano amorosa de Dios, dos de las cuales son las muertes de mi hija Paloma y de mi madre. La última fue la de mi madre, y el sufrimiento tan desgarrador que sentí por la separación temporal, podía haber sido un buen caldo de cultivo para el demonio, para llevarme a su terreno. Pero Dios, mediante Su Espíritu Santo, estuvo tan potente en mi, que Su fortaleza me mantuvo firme en la fe.
Ésto me cambió, en cierto modo, me ayudó a poder decir delante del Sagrario de mi parroquia, delante de Jesús, que le entregaba mi vida, todo mi ser; que desde ese momento quería odiar con todas mis fuerzas al demonio y que todo sufrimiento que Dios, Su Padre, permitiera en mi vida, lucharía contra él, para acptarlo y seguir el verdadero camino de la felicidad, el Amor, especialmente al enemigo (por supuesto, no al demonio, sino a todo aquel que él utilizara para destruirme)
La primera palabra de Dios, con la que supe que había aceptado mi ofrecimiento, fue la depresión; cuánto bien he recibido a través de ella, aunque no negaré que me ha hecho, que me está haciendo sufrir mucho.
En medio de ella, pude aceptar con gran dolor de corazón el cambio de unas personas a las que quería y consideraba mis amigos, que se presentaron como mis enemigos. No he vuelto ni a hablar con ellos ni a verlos, porque no hemos coincidido en ningún sitio. Pero desde aquel día, no me he olvidado de rezar por ellos, para que Dios les bendiga. Y esto es un regalo de Dios, que conoce mi debilidad y sabe que yo no puedo hacerlo sola.
Y, ahora, toda esta historia de mis desencuentros con quien me da el trabajo, me ha abierto los ojos y puedo ver que el demonio ha utilizado otra persona contra mi, para llevarme a la muerte. Sí, un enemigo, que obligado por el demonio, me está haciendo daño. Y yo, qué puedo hacer; sólo una cosa, dejarme ayudar por el Espíritu Santo para poder rezar a Dios cada día para que lo bendiga.
Y, como en toda ocasión, aunque no entiendo, aunque sufro mucho, aunque veo un abismo delante de mi, lleno de terror y oscuridad, creo firmemente en Dios, en todo lo que me quiere, en que nada de lo que permite en mi vida es malo, muy al contrario, todo coopera para mi salvación.
También María está siendo un apoyo grande para mi en estos momentos. El Rosario es un bálsamo que dulcifica mis asperezas. Y Jesús, cada mañana viene a mi, mostrándome sus llagas, para que no olvide hasta que extremo ha de llegar el verdadero Amor.
Sí, estoy sufriendo y ni siquiera se qué debo de hacer al respecto, si es que he de hacer algo. Hay momentos en que me pongo triste, pero eso es del demonio, que sabe bien "liarme" en sus redes. Pero, con la asistencia de Espíritu Santo, la bondad de Dios, el amor maternal de María y las llagas de Cristo, que me amó hasta el extremo, todo pasará. Dios, estoy segura, me hará justicia de mi enemigo, el demonio.
Rezad por mi. Yo rezo por vosotros.
Es un blog nuevo, por tanto viene con frescura, lleno de sinceridad, con comentarios llenos de vida, sin intención de convencer a nadie, pero sí de hacer pensar.
jueves, 20 de octubre de 2011
domingo, 16 de octubre de 2011
Una ciudad llena de paz
Ayer estuve en una exposición de cuadros de mi sobrina-ahijada. Había dos espacios claramente separados, quiero decir que en una parte los cuadros eran retratos de personas, casi todos de personas mayores, entre la que está mi padre durmiendo. Esta serie de retratos me gustó mucho. La verdad es que mi sobrina lo hace muy bien.
La otra parte de la sala estaba dedicada a imágenes de ciudades, grandes, muchos edificios juntos; claramente no había ninguna que me recordara a nuestra pequeña Valencia, donde todavía no creo que hayamos llegado a esa vida sin respiro, típica de las grandes ciudades como New York, Tokio, México, ...
Las ciudades, según ella misma me explicó estaban todas en su cabeza de artista, o mejor debería decir, en su alma de artista.
Hubo una serie de cuatro cuadros que me "enganchó". Después de mirarlos todos, volví a esos cuatro y me quedé parada mirándolos hasta que nos fuimos.
Me fascinaban, pues, a pesar de los edificios apretujados unos a otros, la ciudad desprendía paz, porque era como si la gente estuviera dentro de las casas, pero en un profundo silencio, como si temieran molestar a los que nos parábamos delante, a mirar.
Miraba y veía reflejada los momentos que estoy pasando. ¿Tendré acaso yo también alma de artista?
Llevo un tiempo en que siento en mi interior una gran ciudad, llena de edificios de todas clases, que, quizá podría decir, me sobrecogen, me aplastan; me asusta que, de un momento a otro, los que viven en ellos salgan a las ventanas y a las puertas, y se pongan a gritarme. Pero, extrañamente no lo hacen, como en los cuatro cuadros que tengo delante.
Una ciudad grandísima, un gran sufrimiento no buscado, que Dios ha permitido por mi bien. Lo entiendo. Pero, mi alma está siendo asaltada por el demonio. La llena de edificios altísimos; temores al futuro, incertidumbres múltiples, ansiedades profundas; edificios, muchos edificios que quieren aplastarme.
Pero la calma rige sobre todo. Dios envía el aire fresco del Espíritu Santo, y todo es silencio. Nada se mueve, nadie grita en mi interior, porque la ayuda de Dios se manifiesta por todos los rincones.
Gran ciudad, ..., llena de gran calma, ... Dios todo lo puede, el demonio queda sometido.
La otra parte de la sala estaba dedicada a imágenes de ciudades, grandes, muchos edificios juntos; claramente no había ninguna que me recordara a nuestra pequeña Valencia, donde todavía no creo que hayamos llegado a esa vida sin respiro, típica de las grandes ciudades como New York, Tokio, México, ...
Las ciudades, según ella misma me explicó estaban todas en su cabeza de artista, o mejor debería decir, en su alma de artista.
Hubo una serie de cuatro cuadros que me "enganchó". Después de mirarlos todos, volví a esos cuatro y me quedé parada mirándolos hasta que nos fuimos.
Me fascinaban, pues, a pesar de los edificios apretujados unos a otros, la ciudad desprendía paz, porque era como si la gente estuviera dentro de las casas, pero en un profundo silencio, como si temieran molestar a los que nos parábamos delante, a mirar.
Miraba y veía reflejada los momentos que estoy pasando. ¿Tendré acaso yo también alma de artista?
Llevo un tiempo en que siento en mi interior una gran ciudad, llena de edificios de todas clases, que, quizá podría decir, me sobrecogen, me aplastan; me asusta que, de un momento a otro, los que viven en ellos salgan a las ventanas y a las puertas, y se pongan a gritarme. Pero, extrañamente no lo hacen, como en los cuatro cuadros que tengo delante.
Una ciudad grandísima, un gran sufrimiento no buscado, que Dios ha permitido por mi bien. Lo entiendo. Pero, mi alma está siendo asaltada por el demonio. La llena de edificios altísimos; temores al futuro, incertidumbres múltiples, ansiedades profundas; edificios, muchos edificios que quieren aplastarme.
Pero la calma rige sobre todo. Dios envía el aire fresco del Espíritu Santo, y todo es silencio. Nada se mueve, nadie grita en mi interior, porque la ayuda de Dios se manifiesta por todos los rincones.
Gran ciudad, ..., llena de gran calma, ... Dios todo lo puede, el demonio queda sometido.
jueves, 15 de septiembre de 2011
El amigo del alma
El amigo del alma
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Y, de pronto, me dijo: "Pasa a ver a tu amigo"
El corazón me dio un brinco, pues quería verlo, pero como sabía que estaba mal no había querido molestarle.
Mi amigo del alma es, sin ninguna duda, el mismo Cristo, el Cristo sufriente. Poderlo ver es para mi acercarme a Su presencia viva. Mi amigo es un sencillo sagrario, que lleva muy dentro a Cristo muerto en la cruz y resucitado para nuestra salvación.
Nunca lo dudo, cuando Dios me concede acercarme a un enfermo me está regalando el don de estar al lado de Su Hijo.
Y cuando llega el momento de acompañar a Cristo en un enfermo no me sale decirle cosas como: pronto te pondrás bien, hay que ver qué bien se te ve, ..., o cosas por el estilo; eso es mentir o crear falsas ilusiones. Porque creo que los enfermos necesitan escuchar la verdad con amor.
Mi amigo del alma, al que tengo el don de poder ver con alguna frecuencia, cuando le hablo de cuánto le quiere Dios, de cómo permitió que Su Hijo pasara por la muerte de cruz porque le estaba amando a él, le estaba salvando, le estaba dando la vida verdadera, no la que se le está escapando día a día, me mira, con esos ojos azules, profundos como el mar, abiertos como el cielo, dulces como el abrazo de un niño, ..., y se que me está entendiendo, sabe de lo que estoy hablando, de algo que es como bálsamo en su corazón, de algo que le acerca un poco más al amor de la vida, a Cristo.
Me entristece pensar en el final, sí, lo reconozco. Quizá se me achaque que soy una agorera, que me voy con la cabeza a un futuro que no puedo conocer, que debería pensar en positivo.
Pero soy más de carne de lo que me creo, es decir, que por más fuerte que quiera aparentar ser, soy frágil como un cristal, que sólo con un simple portaza se hace mil añicos.
Por eso, por mi propio bien, quizá de un modo egoista, cuando estoy a solas con mi amigo del alma sólo me sale hablarle bien de Dios. Porque Dios todo lo hace bien y para nuestro bien.
En mi corazón siempre ha habido y habrá un rinconcito muy especial para mi amigo del alma.
Mi amigo del alma y yo tenemos unidos nuestros corazones en Cristo, y eso no lo puede separar nadie.
Mi amigo del alma se llama José. ¡Qué Dios le bendiga!
El amigo del alma
Después de un largo silencio, en el que no había tema, o que no lo quería comentar, aquí estoy de nuevo. Y, como el título anuncia, para hablar de mi amigo del alma.
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Pero, como
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Pero, como
sábado, 11 de junio de 2011
¿Ser santo?
Antes de nada, he de decir una cosa, que me parece muy bonita, sobre la Oración. No sé si la he oído, dónde, cuándo, ..., o si ha sido una inspiración del Espíritu Santo para mi vida.
Estamos haciendo en nuestra parroquia un paso de la Oración. Yo no puedo decir, porque mentiría, que estoy "enterada" por completo de lo que es la Oración. Hace muchos años ya, estaba embarazada de mi segundo hijo, que recibí una serie de catequesis sobre ella. Cada una me impactó mucho, y desde ese momento, empecé a relacionarme con Dios de un modo distinto.
Pero confieso que cada vez que hemos hecho de nuevo este paso, por tenerlo que llevar a hermanos de otras comunidades, me ha hecho muchísimo bien.
Porque camino y Oración están para mi muy unidos. Pues sin Oración soy incapaz de caminar, y, por lo tanto, de acercarme a Dios, de estar preparada para escucharle.
He descubierto que la Oración es el modo de relacionarse de "Alguien" que quiere amar, con "alguien" que necesita ser amado. Por lo tanto, sin Oración también se ve disminuida en gran manera la necesidad de buscar el amor en quien lo es en esencia.
Y de todo ésto, durante estos días de vida intensa en la Oración, he tenido tiempo para pensar en tantos y tantos santos que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han ido alcanzando la altura de Cristo. Y para ello se que la Oración ha sido imprescindible en su relación con el Dios Amor.
Y también he recordado aquellos de los que se ha sabido, después de muertos, que se acercaban al sufrimiento de Cristo sufriendo sobre sus carnes, voluntariamente, los aguijones de los cilicios.
Y pensaba: Claro, los llevaban para ser santos"
Pero con todo esto de la Oración, de la relación amorosa que entraña vivir cada día dependiendo de ella, me he dado cuenta de que no llevaban cilicio porque eran santos, sino porque deseaban serlo y ponían de su parte todo lo que les ayudaba a acercarse a la santidad.
Descubrían que el cuerpo se rebelaba y exigía cosas que no le convenían. Lo mismo que el alma, el corazón, que se empeñaba en buscar la felicidad lejos de Dios.
¡Cuántos sufrimientos, cuando el demonio les hostigaba con las tentaciones más crueles! Y ellos, luchando contra las apetencias del cuerpo y las del alma.
Y se valían de ayudas interiores, como las que da el Espíritu Santo, y las exteriores, como los suplicios que consentían en sus cuerpos, y aún los buscaban.
En fin, la conclusión que saco de todo ésto es que ni espiritual ni fisicamente busco refugio en la humillación, del modo que sea. Huir una y más veces de todo lo que signifique sufrir. Y así, como todos sabéis, lo que logro es apartarme de la santidad y meterme de lleno en el sufrimiento del pecado y la muerte.
Ruego a Dios que se apiade de mi y me conceda, algún día, entrar en el sufrimiento que ayuda a crecer hacia Jesucristo, consiguiendo poco a poco, y con la ayuda del Espíritu Santo parecerme un poquito a Él.
Estamos haciendo en nuestra parroquia un paso de la Oración. Yo no puedo decir, porque mentiría, que estoy "enterada" por completo de lo que es la Oración. Hace muchos años ya, estaba embarazada de mi segundo hijo, que recibí una serie de catequesis sobre ella. Cada una me impactó mucho, y desde ese momento, empecé a relacionarme con Dios de un modo distinto.
Pero confieso que cada vez que hemos hecho de nuevo este paso, por tenerlo que llevar a hermanos de otras comunidades, me ha hecho muchísimo bien.
Porque camino y Oración están para mi muy unidos. Pues sin Oración soy incapaz de caminar, y, por lo tanto, de acercarme a Dios, de estar preparada para escucharle.
He descubierto que la Oración es el modo de relacionarse de "Alguien" que quiere amar, con "alguien" que necesita ser amado. Por lo tanto, sin Oración también se ve disminuida en gran manera la necesidad de buscar el amor en quien lo es en esencia.
Y de todo ésto, durante estos días de vida intensa en la Oración, he tenido tiempo para pensar en tantos y tantos santos que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han ido alcanzando la altura de Cristo. Y para ello se que la Oración ha sido imprescindible en su relación con el Dios Amor.
Y también he recordado aquellos de los que se ha sabido, después de muertos, que se acercaban al sufrimiento de Cristo sufriendo sobre sus carnes, voluntariamente, los aguijones de los cilicios.
Y pensaba: Claro, los llevaban para ser santos"
Pero con todo esto de la Oración, de la relación amorosa que entraña vivir cada día dependiendo de ella, me he dado cuenta de que no llevaban cilicio porque eran santos, sino porque deseaban serlo y ponían de su parte todo lo que les ayudaba a acercarse a la santidad.
Descubrían que el cuerpo se rebelaba y exigía cosas que no le convenían. Lo mismo que el alma, el corazón, que se empeñaba en buscar la felicidad lejos de Dios.
¡Cuántos sufrimientos, cuando el demonio les hostigaba con las tentaciones más crueles! Y ellos, luchando contra las apetencias del cuerpo y las del alma.
Y se valían de ayudas interiores, como las que da el Espíritu Santo, y las exteriores, como los suplicios que consentían en sus cuerpos, y aún los buscaban.
En fin, la conclusión que saco de todo ésto es que ni espiritual ni fisicamente busco refugio en la humillación, del modo que sea. Huir una y más veces de todo lo que signifique sufrir. Y así, como todos sabéis, lo que logro es apartarme de la santidad y meterme de lleno en el sufrimiento del pecado y la muerte.
Ruego a Dios que se apiade de mi y me conceda, algún día, entrar en el sufrimiento que ayuda a crecer hacia Jesucristo, consiguiendo poco a poco, y con la ayuda del Espíritu Santo parecerme un poquito a Él.
sábado, 21 de mayo de 2011
A veces, me pregunto ¿por qué?
Sí, a pesar de saber con certeza que Dios nunca me da nada malo, que nunca permite en mi vida situaciones de sufrimiento sin pleno sentido, de experimentar que me ama y no se arrepiente de haberme elegido, el demonio me lleva a pensar por qué en mi matrimonio soy yo la que "acapara" los sufrimientos físicos.
Mi marido pasa un resfriado de un día, terrible; se ha caido tres veces "gordas" de la bicicleta y sólo se le ha roto la clavícula del hombro derecho, con un corte limpio, que, a pesar de no guardar el reposo según le recomendó nuestra doctora, se le fusionará perfectamente, y seguirá adelante con su gran afición.
Yo, sin embargo, he pasado varios embarazdos de reposo, he pasado por el quirófano no sé ya las veces, y casi siempre he tenido que pasar de nuevo al quirófano, porque las operaciones no salieron bien. La vez más peligrosa para mi vida "física" fue la última, en la que al quitarme la matriz y los ovarios, me perforaron el intestino.
Secuelas de la mayor parte de las operaciones las he tenido, las tengo y, de ser conveniente para mi vida espiritual, las tendré hasta la muerte.
Me llamó la atención una frase de santa Teresa de Jesús, cuando, a consecuencia de sus males físicos y espirituales, le decía con confianza a Dios que no la quisiera tanto. En la Biblia dice que Dios a los que más quiere más los prueba.
Aún sabiendo ésto, como decía en el título, a veces me "enfado" con Dios.
Y me he dado cuenta de que más de una vez he envidiado a mi marido y he pensado que podría Dios "tocarlo" algo más y dejarme un poquito "respirar"
Le doy gracias, porque me da la posibilidad de acercarme al sacramento de la Penitencia, por el que me humillo ante Jesucristo, reconociendo que mis sufrimientos son mínimos ante los que Él sufrió por amor a mí. Y, recibiendo la fuerza del Espíritu Santo, es como si resurgiera de mis "cenizas" y, con un alma preciosa, volviera a vivir, o, al menos, intentarlo, acpetando la voluntad de Dios, Su Amor extraordinario hacia mí, mediante el seguimiento fiel a Jesucristo.
En realidad, mi verdadero Esposo es Él, y me entiende, me consuela, me anima, alegra mi vida con todo el Amor que me tiene y que experimento tantísimas veces.
Amigos, hermanos, espero que ésta, mi pobre experiencia, os ayude a tener un encuentro con Jesucristo, que comprende nuestros sufrimientos, porque pasó antes por ellos.
Mi marido pasa un resfriado de un día, terrible; se ha caido tres veces "gordas" de la bicicleta y sólo se le ha roto la clavícula del hombro derecho, con un corte limpio, que, a pesar de no guardar el reposo según le recomendó nuestra doctora, se le fusionará perfectamente, y seguirá adelante con su gran afición.
Yo, sin embargo, he pasado varios embarazdos de reposo, he pasado por el quirófano no sé ya las veces, y casi siempre he tenido que pasar de nuevo al quirófano, porque las operaciones no salieron bien. La vez más peligrosa para mi vida "física" fue la última, en la que al quitarme la matriz y los ovarios, me perforaron el intestino.
Secuelas de la mayor parte de las operaciones las he tenido, las tengo y, de ser conveniente para mi vida espiritual, las tendré hasta la muerte.
Me llamó la atención una frase de santa Teresa de Jesús, cuando, a consecuencia de sus males físicos y espirituales, le decía con confianza a Dios que no la quisiera tanto. En la Biblia dice que Dios a los que más quiere más los prueba.
Aún sabiendo ésto, como decía en el título, a veces me "enfado" con Dios.
Y me he dado cuenta de que más de una vez he envidiado a mi marido y he pensado que podría Dios "tocarlo" algo más y dejarme un poquito "respirar"
Le doy gracias, porque me da la posibilidad de acercarme al sacramento de la Penitencia, por el que me humillo ante Jesucristo, reconociendo que mis sufrimientos son mínimos ante los que Él sufrió por amor a mí. Y, recibiendo la fuerza del Espíritu Santo, es como si resurgiera de mis "cenizas" y, con un alma preciosa, volviera a vivir, o, al menos, intentarlo, acpetando la voluntad de Dios, Su Amor extraordinario hacia mí, mediante el seguimiento fiel a Jesucristo.
En realidad, mi verdadero Esposo es Él, y me entiende, me consuela, me anima, alegra mi vida con todo el Amor que me tiene y que experimento tantísimas veces.
Amigos, hermanos, espero que ésta, mi pobre experiencia, os ayude a tener un encuentro con Jesucristo, que comprende nuestros sufrimientos, porque pasó antes por ellos.
martes, 10 de mayo de 2011
Por si fuera poco
Ya hace días de la celebración de la Pascua. No tengo palabras para describir el impacto que este año, como los anteriores, me ha causado poder acompañar a Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección.
Pero, la verdad es que prefiero quedármelo en el corazón, ya que es un tesoro, y es para mí.
Sin embargo, sí contaré la maravillosa experiencia del inicio del tiempo pascual, que me llevó, con Emilio, Pura y Esteban, a san Isidro de Dueñas, monasterio en el que vivió su experiencia espiritual y su muerte el hermano Rafael, ya canonizado.
Mi principal intención era acercarme a él, conocerle, rezar a su lado, ... Sin embargo, nada de eso sucedió, pues buscándolo a él, él me llevó a un encuentro personal con Jesucristo, especialmente en una capilla pequeña del segundo piso de la acogida, donde se encontraba dentro del sagrario, y también representado por un gran crucifijo, en el que Su cuerpo yacía muerto.
No olvidaré jamás cuántas cosas me dijo, de qué manera me escucho, y como me ayudó a seguir mi vida.
Pero la sorpresa no acabó allí. Pues después de tres días en el monasterio, fuimos al monasterio de la nueva congregación Iesu Comunio, donde mi intención era estar con Kati, a la que me ha unido Cristo de un modo, como sólo Él lo sabe hacer, de manera que ella reza por mí y yo por ella, en una relación de Amor puro.
Pues bueno, resultó que deseando encontrarme con ella, ella me acercó a la Virgen María, representada por una imagen preciosa, en la que aparece joven y embarazada de Jesús, sentada y dispuesta a recibir en su regazo, sobre sus rodillas, a todo el que necesite depositar sus sufrimientos en ella que, como Madre que es, jamás dela de lado a nadie.
Luego, el broche final de la semana "in albis" fue pasar la mañana del domingo de la Misericordia, pegada a la televisión, gozando con el acto de la beatificación de Juan Pablo II en la plaza del Vaticano.
Pero Dios es más generoso y ahora me regala las eucaristías pascuales, donde la presencia de Jesucristo es real.
¡Por si fuera poco!
Pero, la verdad es que prefiero quedármelo en el corazón, ya que es un tesoro, y es para mí.
Sin embargo, sí contaré la maravillosa experiencia del inicio del tiempo pascual, que me llevó, con Emilio, Pura y Esteban, a san Isidro de Dueñas, monasterio en el que vivió su experiencia espiritual y su muerte el hermano Rafael, ya canonizado.
Mi principal intención era acercarme a él, conocerle, rezar a su lado, ... Sin embargo, nada de eso sucedió, pues buscándolo a él, él me llevó a un encuentro personal con Jesucristo, especialmente en una capilla pequeña del segundo piso de la acogida, donde se encontraba dentro del sagrario, y también representado por un gran crucifijo, en el que Su cuerpo yacía muerto.
No olvidaré jamás cuántas cosas me dijo, de qué manera me escucho, y como me ayudó a seguir mi vida.
Pero la sorpresa no acabó allí. Pues después de tres días en el monasterio, fuimos al monasterio de la nueva congregación Iesu Comunio, donde mi intención era estar con Kati, a la que me ha unido Cristo de un modo, como sólo Él lo sabe hacer, de manera que ella reza por mí y yo por ella, en una relación de Amor puro.
Pues bueno, resultó que deseando encontrarme con ella, ella me acercó a la Virgen María, representada por una imagen preciosa, en la que aparece joven y embarazada de Jesús, sentada y dispuesta a recibir en su regazo, sobre sus rodillas, a todo el que necesite depositar sus sufrimientos en ella que, como Madre que es, jamás dela de lado a nadie.
Luego, el broche final de la semana "in albis" fue pasar la mañana del domingo de la Misericordia, pegada a la televisión, gozando con el acto de la beatificación de Juan Pablo II en la plaza del Vaticano.
Pero Dios es más generoso y ahora me regala las eucaristías pascuales, donde la presencia de Jesucristo es real.
¡Por si fuera poco!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)