Ayer estuve en una exposición de cuadros de mi sobrina-ahijada. Había dos espacios claramente separados, quiero decir que en una parte los cuadros eran retratos de personas, casi todos de personas mayores, entre la que está mi padre durmiendo. Esta serie de retratos me gustó mucho. La verdad es que mi sobrina lo hace muy bien.
La otra parte de la sala estaba dedicada a imágenes de ciudades, grandes, muchos edificios juntos; claramente no había ninguna que me recordara a nuestra pequeña Valencia, donde todavía no creo que hayamos llegado a esa vida sin respiro, típica de las grandes ciudades como New York, Tokio, México, ...
Las ciudades, según ella misma me explicó estaban todas en su cabeza de artista, o mejor debería decir, en su alma de artista.
Hubo una serie de cuatro cuadros que me "enganchó". Después de mirarlos todos, volví a esos cuatro y me quedé parada mirándolos hasta que nos fuimos.
Me fascinaban, pues, a pesar de los edificios apretujados unos a otros, la ciudad desprendía paz, porque era como si la gente estuviera dentro de las casas, pero en un profundo silencio, como si temieran molestar a los que nos parábamos delante, a mirar.
Miraba y veía reflejada los momentos que estoy pasando. ¿Tendré acaso yo también alma de artista?
Llevo un tiempo en que siento en mi interior una gran ciudad, llena de edificios de todas clases, que, quizá podría decir, me sobrecogen, me aplastan; me asusta que, de un momento a otro, los que viven en ellos salgan a las ventanas y a las puertas, y se pongan a gritarme. Pero, extrañamente no lo hacen, como en los cuatro cuadros que tengo delante.
Una ciudad grandísima, un gran sufrimiento no buscado, que Dios ha permitido por mi bien. Lo entiendo. Pero, mi alma está siendo asaltada por el demonio. La llena de edificios altísimos; temores al futuro, incertidumbres múltiples, ansiedades profundas; edificios, muchos edificios que quieren aplastarme.
Pero la calma rige sobre todo. Dios envía el aire fresco del Espíritu Santo, y todo es silencio. Nada se mueve, nadie grita en mi interior, porque la ayuda de Dios se manifiesta por todos los rincones.
Gran ciudad, ..., llena de gran calma, ... Dios todo lo puede, el demonio queda sometido.
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