Tengo yo un conocido al que quiero mucho, pues nos relaciona la Fe en Jesucristo, que ya tiene más de ochenta años. Siempre ha gozado de excelente salud, hasta que empezaron los achaques. Pero, la verdad es que no se podía quejar, ya que le llegaron ya bastante mayor, cuando somos algunos que llevamos tiempo "renqueando" con nuestra salud y mucho antes en la edad que él.
Cuando su vida se vio sacudida de improviso por la primera cosa "seria" en cuanto a la salud, se quedó atónito y no entendía que habiendo estado tan bien, le hubiera pasado algo de ese estilo. Los demás lo vimos algo muy natural, pues ya nos parecía raro que siempre hubiera estado como una "lechuga", en comparación a los otros de su edad, que ya caminaban de mal en peor.
Sus peticiones a Dios vienen siendo "monotemáticas" desde que la salud se fue transformando en enfermedad trás enfermedad. Le pide, con insistencia, con una "fe" ciega, con la esperanza de ser escuchado y atendido, que se vea libre de esa mala salud, para poder vivir mejor.
Y de ahí, no hay manera de sacarlo. No sé si no quiere o no puede ver la realidad, quizá sea esto segundo. Pero aún sigue pensando que, si Dios quiere, podrá recuperarse y sentirse como antes, fuerte, dispuesto a hacer cualquier favor por los demás (llevarles en coche a los sitios, ayudarles en alguna "cosilla" de sus casas, salir y hacer una compra para toda la semana, ...)
A mi, cada vez que lo veo, se me destroza el corazón, pues si le ha salido "alguna tecla más", propia de su edad, te lo dice como si fuera el final. Él se pregunta y se responde, ya que el oyente ya no sabe qué decirle, pues no escucha. "¡A ver si Dios me quita "ésto" y me voy encontrando cada vez mejor!"
Espero que Dios me ayude, en caso que llegara a una edad como la suya, a no perder de vista que tanto la "carrocería" como el "motor" no tienen una duración "eterna" (y, gracias a
Es un blog nuevo, por tanto viene con frescura, lleno de sinceridad, con comentarios llenos de vida, sin intención de convencer a nadie, pero sí de hacer pensar.
martes, 9 de octubre de 2012
ECHAR LAS REDES A LA DERECHA DE LA BARCA
DIOS SE FIJÓ EN MI Y ME LLAMÓ PARA FORMAR PARTE DE LOS DISCÍPULOS DE JESÚS.
ÉL, COMO A ELLOS, ME BENDIJO, Y ME INVITÓ A SEGUIRLE. Y, EN SUMA DEBILIDAD, VENGO CAMINANDO DETRÁS DE ÉL, ESPERANDO EL DÍA EN QUE LO VEA, DE CARNE Y HUESO, CARA A CARA.
Y, A PESAR DE ESTAR SIEMPRE PRESENTE A MI LADO, EN MUCHÍSIMAS OCASIONES NO LO RECONOZCO.
ME HA DADO TODO LO NECESARIO PARA ALCANZAR LA SANTIDAD, PARA LLEVAR EL NOMBRE DE CRISTIANA Y VIVIR COMO ÉL VIVIÓ.
EN UNA OCASIÓN ME DIJO QUE SI PONÍA EL “UNO”, ÉL ME REGALARÍA EL “CIENTO”. PERO, CLARO ESTÁ, INCLUSO PARA DAR EL “UNO”, SIEMPRE HA TENIDO QUE ESTAR AYUDÁNDOME CON LA FUERZA DE SU ESPÍRITU SANTO, PARA QUE EN CONTADAS OCASIONES, HAYA PODIDO DONARME.
EN FIN, TODO ESTO VIENE PORQUE AL VER A LOS APÓSTOLES PESCANDO, SIN ÉXITO ALGUNO, ME SIENTO MUY REFLEJADA EN ELLOS, PUES MI ORGULLO, MI EGOISMO, MI AFÁN DE SER POR ENCIMA DE LOS DEMÁS,…, Y, SOBRE TODO MI INCREDULIDAD, ME APARTAN DE LAS OBRAS DE VIDA ETERNA.
Y JESÚS, SIEMPRE OLVIDANDO CÓMO SOY, MEJOR DICHO, AMÁNDOME HAGA LO QUE HAGA, ME DICE TAMBIÉN QUE ECHE LAS REDES A LA DERECHA DE LA BARCA.
Y ME HA VENIDO A LA MEMORIA EL CREDO, EN ESE ARTÍCULO EN EL QUE DICE QUE JESÚS ESTÁ EN EL CIELO, A LA DERECHA DE DIOS PADRE.
Y ASÍ, CON UN SOPLO DE SU ESPÍRITU, ME ABRE EL ENTENDIMIENTO Y ME INDICA DÓNDE DEBO YO “PESCAR”
ÉL ES EL LAGO Y EL LUGAR EXACTO EN EL QUE PUEDO PESCAR. ¿PERO, QUÉ ES LO QUE ENCONTRARÉ?
JESÚS LES PIDE UN PESCADO PARA ASARLO EN LAS BRASAS QUE HA PREPARADO, MIENTRAS SUS DISCÍPULOS REGRESABAN A LA ORILLA. TIENE TAMBIÉN UN PAN.
LO QUE ENCONTRARÉ SERÁ, EN PRIMER LUGAR, SU PROPIO CUERPO, EN FORMA DE PAN, QUE SE ENTREGA CADA DÍA EN LA MESA DEL BANQUETE, EN LA EUCARISTÍA.
QUEDARÉ SACIADA, YA QUE ÉL ES EL ÚNICO PAN DE VIDA. EN LAS CAÍDAS, ME AYUDARÁ A LEVANTARME Y A ACUDIR AL PERDÓN QUE, DIOS SU PADRE, ME REGALA GRATUITAMENTE.
EL CAMINO SERÁ LLEVADERO, PORQUE ESE PAN YA SUFRIÓ POR MI EN EL CALVARIO, DÁNDOME A GUSTAR EL SENTIDO BUENO DEL SUFRIMIENTO.
Y, EN SEGUNDO LUGAR, ME HARÁ PEZ, QUE PUEDE ALIMENTAR EL HAMBRE DEL MUNDO ENTERO, ESPECIALMENTE EL HAMBRE DE AMOR.
PORQUE EL PEZ ES LA IMAGEN DEL CRISTIANO; COMO ÉL PUEDE VIVIR EN MEDIO DE LAS AGUAS DE LA MUERTE.
YO QUIERO SER ESE PEZ, UNO MUY PEQUEÑO, QUE PASE DESAPERCIBIDO. PERO QUE, CUANDO DIOS LO NECESITE PARA SERVIR DE ALIMENTO, NO SE RESISTA Y RECUERDE QUE LA VIDA VERDADERA SÓLO SE CONSIGUE, CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO, MURIENDO.
¡CUÁNTO ME GUSTARÍA ECHAR SIEMPRE MIS REDES A LA DERCHA DE LA BARCA!
Todo lo puedo en Aquel que me conforta
Esta es la historia de un corderito herido y enfermo. Hay
que decir también que en muchas ocasiones ha sido muy díscolo, buscando ser
feliz en cosas y situaciones que le llevaron a la muerte.
El corderito fue elegido para formar parte de un rebaño
elegido. Aprendió a caminar con los otros corderitos, dejándose llevar por su
Pastor, que siempre le llevaba por dulces prados, donde recibía el alimento
verdadero.
Un día, cayó enfermo. Aquella enfermedad era del todo
incomprensible para él y, al principio, para los corderitos que lo rodeaban.
El corderito buscaba la soledad; tenía pánico a salir del
redil, porque veía lobos rapaces que le querían devorar.
Al mismo tiempo, sin entender el por qué, deseó la muerte y,
la buscó. Pero los corderitos que estaban más cercanos a él lo protegieron,
velando por su vida.
Cuando pasaban esos momentos duros, se despreciaba, porque
las enseñanzas del Pastor habían entrado en su pobre corazón con fuerza. Y el
demonio aprovechaba su verdadero deseo de seguir los pasos de su Pastor, para
decirle que jamás podría seguir sus enseñanzas, tanto a favor propio como en el
de los demás corderitos que no conocían al verdadero Pastor.
Se encontraba dentro de un túnel curvo, en el que mientras
caminaba no se podía ver la luz. Debía seguir caminando, fiándose de los demás
corderitos que estaba a su lado y que le querían tanto, que estaban dispuestos
a caminar con él por ese oscuro túnel.
Y el tiempo fue pasando, y, por fin, apareció la luz. Y el
corderito pasó a un estado de euforia extraño, que le llevó a hacer cosas
incomprensibles, de las cuales se arrepentía tanto o más que de las que hacía
en la fase de depresión profunda.
Y hubo una segunda crisis, y todo volvió a repetirse de
nuevo. Y él, al principio, con la aparición de los síntomas, ya conocidos, en
el proceso del comienzo de su enfermedad, se rebeló. No quería aceptar recaer
una vez más.
Y el proceso, ¿para que repetirlo? Fue sucediendo de nuevo
cada uno de los pasos de la primera crisis.
Y todo pasó, pero el corderito quedó herido para siempre,
dependiendo de un remedio externo, que nada tenía que ver con el remedio que el
Pastor siempre da a los que se lo piden de corazón.
Fue duro aceptar esa nueva forma de vida. Pero, la verdad es
que fue efectiva, y el corderito siguió viviendo acompañado del resto del
rebaño. Con caídas, con sufrimientos, con dudas, … Pero con su medicación, sus
sentimientos estaban estabilizados y no le causaban ningún problema.
Pero cuando vivía en paz en su pequeño hogar, en el pequeño
redil, con su familia, apareció otro corderito. Iba y venía, según le tocaba
estar allí, o según le tocara estar en otro hogar.
Y el Pastor era el único que ayudaba a seguir adelante al
corderito, porque le confortaba. Cada vez que su naturaleza quedaba herida, Él
volvía a confortarlo y a darle el alimento necesario para poder seguir
caminando.
Pero, hubo un tiempo en que el corderito perdió la cordura.
El modo de vivir de aquel corderito, que invadía su tranquilo redil, fue
minando de nuevo su salud. Y desbarató, lloró, dejó de poder descansar ni de
noche ni de día.
Y volvió de nuevo a encontrarse dentro de ese túnel oscuro.
Y no comprendía nada, no podía ver nada. Sólo había en su mente un deseo: poder
volver a sentir la Paz, poder vivir sin que nadie se metiera en su vida, que le
impusiera cosas, situaciones, …, poder vivir en tranquilidad, porque dentro de
si sólo había una efervescencia imposible de dominar.
Y llanto, ansiedad, desesperanza, temor a la próxima vez que
volvería aquel corderito que le estaba robando la cordura.
Y todo fue solucionándose, especialmente cuando el corderito
marchó, y también con la ayuda de un nuevo aumento de medicación.
Y, ¿qué decir de la medicación? La medicación humana tiene,
a veces, grandes secuelas o, lo que es lo mismo, efectos secundarios, con los
que hay que aprender a vivir.
Lo que son o dejan de ser, sólo aquel que los conoce (quizá
por ser un corderito dedicado a la búsqueda del bienestar de los enfermos) o el
que por tomarlos, compartiendo conmigo nuestra enfermedad, sabe bien cuáles
son.
Se que el Pastor cuenta con eso y sabe el modo de suplir los
contratiempo que causan con su Amor. Porque un corderito todo lo puede por
aquel que le conforta.
Y, ahora, a penas hace dos semanas, se marchó el corderito
que vive en nuestra casa. Pero los síntomas de una nueva dura recaída, ya los
estaba sufriendo hacía semanas.
Insomnio, afán desordenado de comer chocolate, nerviosismo
interno, saltos verbales cada vez que mi integridad se veía atacada (hay
algunos corderitos, del mismo rebaño que yo, apacentados por el mismo Pastor,
amados por Él del mismo modo incondicional, …; pero yo, con este concretamente,
hay veces que no puedo, me supera, experimento que se me ataca, que se me
destruye, que se me miente, …, a veces creo que me estoy volviendo loca.
Pero, sobre todo, me afecta a mi vida espiritual. Siempre me
he sentido exigida desde niña a ser buena, a hacer las cosas mejor que nadie, …
Y eso ha quedado muy gravado en mi pobre corazoncito de corderito egoísta, que
sólo tiene deseos de vivir para sí mismo, que quiere “ser”, por encima de
todos, …
Siempre he experimentado el
efecto salvífico de la conversión; las gracias recibidas me han dado la fuerza
que no tengo para luchar contra el demonio, que está empeñado en destruirme. Mi
Pastor jamás me ha dejado sola, perdida en campos que no son Suyos, en los que
los lobos lo tienen siempre fácil para comerse a los corderitos débiles como
yo.
Pero, cuando me encuentro de nuevo en el túnel, por causa de
ese pobre corderito, que hace lo que puede, siento que estoy destruida por
dentro; que no me convierto y no puedo amar a mi enemigo; que mi Pastor me
conforta, para que pueda con todo lo que no puedo, …, pero con esto, no puedo,
de verdad.
No quiero vivir con la carga de cada nueva venida de ese
corderito, porque temo una nueva caída. Porque ahora la medicación ha sido
aumentada tanto, que paso el día como atontada, haciendo las cosas,
automáticamente, porque siempre hacer las cosas así me ha ayudado. Y ahora más
que nunca.
No quiero salir de casa, y sin embargo, todo lo puedo en
aquel que me conforta. Ayer me fui sola a comprar. Me resultó pesado, muy
pesado. Me pesaba el cuerpo, me pesaba el miedo a que me preguntaran si estaba
enferma (estuve con las gafas de sol dentro del supermercado y, aún así, alguna
de las dependientas, se dio cuenta y, lo que más temía, me preguntó)
Hoy, poder estar escribiendo esto, es un verdadero salir de
mi misma. Es cierto que siempre me ayuda poder escribir, pues si hablo, no se
decir lo que llevo dentro. Pero en estas circunstancias, el pobre corderito que
soy, sólo desea estar tumbado sin hacer nada y dejar pasar el tiempo.
Dentro de dos semanas tengo una nueva visita con mi médico.
En la anterior que pedí con urgencia, lloré, me rebelaba a lo que me decía. Ese
corderito me hace daño, no lo quiero más en mi casa.
Has podido tenerlo, has estado tranquila, has podido con
ello, … Pero, ¡he tenido dos recaídas! ¡No puedo más! ¡No puedo verla en mi
casa!
Ahora, corderito herido, es como si me dijera mi médico, no
podemos hablar de ese tema. No puedes pensar con lucidez. Toma la nueva
medicación, dejemos pasar un poco de tiempo, no te escudes en la depresión, hay
que averiguar, cuando estés bien, qué ha pasado, ten paciencia.
Y yo, que me caracterizo desde siempre por mi impaciencia,
intento vivir cada día con su carga, con su desánimo, con su desolación, …
porque no puedo vivirlo de otro modo.
Y, enseguida, … ¡soy una mala cristiana! ¿Dónde está ese corazoncito
que se supone hay dentro de mi, preparado por la sangre de Cristo, para amar a
mi enemigo, para hacerle el bien, para desearle lo mejor, para darle incluso mi
propia vida, …?
En la Penitencial del martes, hace dos semanas, casi no
podía decir alguna palabra clara, que se pudiera entender. Sólo había una cosa
que pedía con desesperación, lo recuerdo muy bien. ¡Perdóname mis pecados!
¡Perdóname, por favor! E intentaba arrodillarme, pero alguien no me dejaba y me
querían apartar del Pastor, del que necesitaba escuchar, Vete en Paz, tus
pecados quedan perdonados.
Y yo, sigo con esta carga.
Sólo me sale, cada día, a cada momento, una frase: Todo lo
puedo en Aquel que me conforta.
¿Verdad que Tú me has perdonado?
Hoy siento que hay algo nuevo dentro de mi, creo que hay una
pequeñita luz a lo lejos. Siento paz en mi corazón. Deseo estar muy cerca de mi
Pastor. Necesito respirar ese aire puro que emana, porque yo vivo un aire
viciado, que da muerte.
domingo, 23 de septiembre de 2012
ESOS HIJOS QUE QUIEREN CAMINAR SOLOS
Después de algún tiempo de no entrar en este, mi humilde Blogg, aquí estoy de nuevo. Tenía algo en mente, que me gustaría comentar; pero, antes, no quiero dejar de agradecer a las personas que leen lo que escribo, su sinceridad, especialmente una amiga llamada Carmen, que me ha dicho una cosa que, ya mi marido me ha comentado con frecuencia y que, yo, porque soy "muy mía", no había hecho caso.
Dice mi amiga que no debería escribir con mayúsculas, porque es como si dijera las cosas a voz en grito. Las mismas palabras de mi marido. En fin, cuando ya son más personas las que coinciden en algo, he de pensar que estoy equivocada y que, con ese lenguaje escrito, doy a entender algo que no me pasa por la cabeza. Intentaré enmendarme; ahora, que pido perdón por adelantado, porque releyendo el primer fragmento de este escrito, he descubierto que he escrito las palabras después de punto, en minúscula. Es lo que tiene de cómodo escribir todo en mayúsculas, que siempre escribes la primera después de punto con mayúscula. ¡Ya digo, voy a intentar poner todos mis sentidos, para ahora no ir escribiendo con faltas de ortografía, a causa de mi "vicio de escribir todo en mayúsculas!
¡Gracias, de nuevo, a los que me dicen la verdad!
Y, ya comenzando con el tema que llevo días barruntando, empezaré que va de niños pequeños; de los que han comenzado a andar hace poco y ya no quieren ir en el carrito cuando van con sus papás por la calle. ¡Es muy curioso lo que he observado! ¡Ahora os cuento!
Aunque soy mamá de numerosa prole, he tenido que estar en la retaguardia, es decir, en la situación de tener los hijos mayores (mi pequeña tiene 16), para darme cuenta de una cosa curiosa, y de meditarla, buscándole un sentido. Yo soy así, suelo pensar que las cosas no son obra de la casualidad y que todo tiene su significado.
Me resulta muy gracioso cuando voy por la calle y veo a esos pequeñines que, aunque no se defienden todavía demasiado bien, a la hora de caminar (no pueden ser independientes, por el momento), quieren ir andando de la mano de su mamá (ella va empujando el carrito vacío), en lugar de dejarse llevar cómodamente en su "medio de transporte".
Y me resulta curioso, porque he observado que la mayoría quieren llevar la iniciativa. Estiran el brazo de su mamá para que vaya por donde a ellos les parece adecuado. Es como si supieran el lugar exacto donde les conviene ir, y se resisten a dejarse llevar por sus mamás.
Pero, ya digo, dándole vueltas a la cosa, he pensado que es la viva imagen de lo que serán el día de mañana, cuando ya sean verdaderamente independientes.
Los papás intentamos siempre "llevarles por el buen camino". Pensamos que hemos de conseguir, por todos los medios, que nuestros hijos no tropiecen en las piedras en que tropezamos nosotros. Les inculcamos, primero con dulzura, y más adelante con empeño y amenazas, las normas, las reglas, el modo de vivir una vida sana y tranquila, feliz, muy feliz.
En los primeros años se dejan llevar con agrado (reconozco que siempre está el hijo independiente que, desde bien pequeño ya anuncia lo difícil de la empresa), y sus papás son como dioses que nunca se equivocan, que lo saben todo, que jamás les llevarán por sitios peligrosos, ...
¡Ah, ..., pero cuando llega la adolescencia, ...!, los papás son como el enemigo público número uno, ...
Y, entonces, vuelven a resurgir en ellos esos deseos infantiles de ir por donde les place, pensando que será lo mejor.
Los papás descubrimos que nuestros hijos no son lo que esperábamos; que la educación que les dimos no sirvió para nada; que ya se nos escapan y no volverán a ser lo mismo, ....
Pues, ante todo, esa actuación es fruto de la libertad, que tan generosamente nos regala Dios a cada uno, cuando vewnimos a la vida. Y, si Dios la regala, quién soy yo para coaccionar, para poner morros a mi hijo, cuando empieza a vislumbrarse algo que no me gusta.
Mi marido y yo hemos intentado educar a nuestros hijos lo mejor posible, siempre esperando que Dios supliera nuestras faltas. Pero llega el tiempo en que romper el cordón umbilical, para que aprendan a ser lo que son. Que siempre estuvo en ellos, pero que han de dejar salir, para, repito, ser ellos mismos.
Además, aunque nosotros no podamos querer esa "nueva personalidad" suya, hay que reconocer que así Dios los quiere. Y, ¿quién los puede querer, tal como son, como Dios lo hace? Yo no, desde luego.
Así que, animo a quien lea esto; no hay que desistir en la educación de los hijos; pero creo que también hay que saber "acompañarlos" en el descubrimiento de su propio "yo". Porque si no acompañamos nos convertiremos en sus enemigos.
La corrección es lo más necesario para los hijos; pero, cuando son lo que no pensábamos que fueran, me da a mi que es entonces cuando el acompañamiento, la comprensión y la dulzura son indispensables, para que nos dejen estar a su lado.
Quien no puede caminar al lado de su hijo, sin forzarlo a nada, se convertirá en su enemigo; el hijo se sentirá coaccionado, incomprendido, despreciado, no amado, .... Y si se llega a ese punto, a veces, no hay marcha atrás.
Yo soy defensora de que los padres no olviden jamás cada etapa de su vida; porque los hijos no son diferentes, también pisarán los caminos del error, sufriran sin necesidad, se sentirán perdidos, ..., igual que se sintieron sus padres a su misma edad.
Creo que quien es incapaz de ponerse al nivel de sus hijos, tengan la edad que tengan, no puede amarlo, porque aún no se ha perdonado el mal que hizo, porque lo metió en el saco del olvido, como si siempre hubiera tenido una vida feliz que no existió.
Conozco a algunos padres, que exigen lo que ellos, ni siquiera en la edad madura, pueden hacer. Me gusta la palabra "empatizar". Pero, qué difícil de cumplir.
Animo a todos a rezar por los padres, para que sean como Dios, que puedan comportarse con sus hijos como Él; que, en definitiva, amen, aún sin entender el por qué su hijo se ha metido en la droga, en el sexo, en el afán de dinero, en el amor al cuerpo, ...., porque Dios es Amor y nos lo regala, de un modo especial, de cara a nuestros hijos. ¿Cómo hablar bien de Dios a nuestro hijo, si nosotros nos rebelamos ante la historia de vida que hace con nosotros?
¡Amor, y sólo Amor! Esa es la única solución.
Y, una vez dicho lo dicho, pido perdón a quien se haya sentido ofendido por mis palabras. La verdad, esta vez, aunque con minúsculas, me siento como si todo este escrito estuviera dicho a voz en grito. Es que el problema de los jóvenes me duele en el fondo del corazón. Necesitan sentirse amados, ya que los "pañitos calientes" sólo sirven para meterlos en un círculo de desventuras que sólo lleva al desprecio más profundo.
¡Atención a nuestro hijo, cuando camina de la mano y quiere ir en el camino contrario! El día de mañana caminará por donde no debe y no podremos retenerlo cogiéndolo de la mano.
¡Ánimo! Siempre queda tiempo, ...
Dice mi amiga que no debería escribir con mayúsculas, porque es como si dijera las cosas a voz en grito. Las mismas palabras de mi marido. En fin, cuando ya son más personas las que coinciden en algo, he de pensar que estoy equivocada y que, con ese lenguaje escrito, doy a entender algo que no me pasa por la cabeza. Intentaré enmendarme; ahora, que pido perdón por adelantado, porque releyendo el primer fragmento de este escrito, he descubierto que he escrito las palabras después de punto, en minúscula. Es lo que tiene de cómodo escribir todo en mayúsculas, que siempre escribes la primera después de punto con mayúscula. ¡Ya digo, voy a intentar poner todos mis sentidos, para ahora no ir escribiendo con faltas de ortografía, a causa de mi "vicio de escribir todo en mayúsculas!
¡Gracias, de nuevo, a los que me dicen la verdad!
Y, ya comenzando con el tema que llevo días barruntando, empezaré que va de niños pequeños; de los que han comenzado a andar hace poco y ya no quieren ir en el carrito cuando van con sus papás por la calle. ¡Es muy curioso lo que he observado! ¡Ahora os cuento!
Aunque soy mamá de numerosa prole, he tenido que estar en la retaguardia, es decir, en la situación de tener los hijos mayores (mi pequeña tiene 16), para darme cuenta de una cosa curiosa, y de meditarla, buscándole un sentido. Yo soy así, suelo pensar que las cosas no son obra de la casualidad y que todo tiene su significado.
Me resulta muy gracioso cuando voy por la calle y veo a esos pequeñines que, aunque no se defienden todavía demasiado bien, a la hora de caminar (no pueden ser independientes, por el momento), quieren ir andando de la mano de su mamá (ella va empujando el carrito vacío), en lugar de dejarse llevar cómodamente en su "medio de transporte".
Y me resulta curioso, porque he observado que la mayoría quieren llevar la iniciativa. Estiran el brazo de su mamá para que vaya por donde a ellos les parece adecuado. Es como si supieran el lugar exacto donde les conviene ir, y se resisten a dejarse llevar por sus mamás.
Pero, ya digo, dándole vueltas a la cosa, he pensado que es la viva imagen de lo que serán el día de mañana, cuando ya sean verdaderamente independientes.
Los papás intentamos siempre "llevarles por el buen camino". Pensamos que hemos de conseguir, por todos los medios, que nuestros hijos no tropiecen en las piedras en que tropezamos nosotros. Les inculcamos, primero con dulzura, y más adelante con empeño y amenazas, las normas, las reglas, el modo de vivir una vida sana y tranquila, feliz, muy feliz.
En los primeros años se dejan llevar con agrado (reconozco que siempre está el hijo independiente que, desde bien pequeño ya anuncia lo difícil de la empresa), y sus papás son como dioses que nunca se equivocan, que lo saben todo, que jamás les llevarán por sitios peligrosos, ...
¡Ah, ..., pero cuando llega la adolescencia, ...!, los papás son como el enemigo público número uno, ...
Y, entonces, vuelven a resurgir en ellos esos deseos infantiles de ir por donde les place, pensando que será lo mejor.
Los papás descubrimos que nuestros hijos no son lo que esperábamos; que la educación que les dimos no sirvió para nada; que ya se nos escapan y no volverán a ser lo mismo, ....
Pues, ante todo, esa actuación es fruto de la libertad, que tan generosamente nos regala Dios a cada uno, cuando vewnimos a la vida. Y, si Dios la regala, quién soy yo para coaccionar, para poner morros a mi hijo, cuando empieza a vislumbrarse algo que no me gusta.
Mi marido y yo hemos intentado educar a nuestros hijos lo mejor posible, siempre esperando que Dios supliera nuestras faltas. Pero llega el tiempo en que romper el cordón umbilical, para que aprendan a ser lo que son. Que siempre estuvo en ellos, pero que han de dejar salir, para, repito, ser ellos mismos.
Además, aunque nosotros no podamos querer esa "nueva personalidad" suya, hay que reconocer que así Dios los quiere. Y, ¿quién los puede querer, tal como son, como Dios lo hace? Yo no, desde luego.
Así que, animo a quien lea esto; no hay que desistir en la educación de los hijos; pero creo que también hay que saber "acompañarlos" en el descubrimiento de su propio "yo". Porque si no acompañamos nos convertiremos en sus enemigos.
La corrección es lo más necesario para los hijos; pero, cuando son lo que no pensábamos que fueran, me da a mi que es entonces cuando el acompañamiento, la comprensión y la dulzura son indispensables, para que nos dejen estar a su lado.
Quien no puede caminar al lado de su hijo, sin forzarlo a nada, se convertirá en su enemigo; el hijo se sentirá coaccionado, incomprendido, despreciado, no amado, .... Y si se llega a ese punto, a veces, no hay marcha atrás.
Yo soy defensora de que los padres no olviden jamás cada etapa de su vida; porque los hijos no son diferentes, también pisarán los caminos del error, sufriran sin necesidad, se sentirán perdidos, ..., igual que se sintieron sus padres a su misma edad.
Creo que quien es incapaz de ponerse al nivel de sus hijos, tengan la edad que tengan, no puede amarlo, porque aún no se ha perdonado el mal que hizo, porque lo metió en el saco del olvido, como si siempre hubiera tenido una vida feliz que no existió.
Conozco a algunos padres, que exigen lo que ellos, ni siquiera en la edad madura, pueden hacer. Me gusta la palabra "empatizar". Pero, qué difícil de cumplir.
Animo a todos a rezar por los padres, para que sean como Dios, que puedan comportarse con sus hijos como Él; que, en definitiva, amen, aún sin entender el por qué su hijo se ha metido en la droga, en el sexo, en el afán de dinero, en el amor al cuerpo, ...., porque Dios es Amor y nos lo regala, de un modo especial, de cara a nuestros hijos. ¿Cómo hablar bien de Dios a nuestro hijo, si nosotros nos rebelamos ante la historia de vida que hace con nosotros?
¡Amor, y sólo Amor! Esa es la única solución.
Y, una vez dicho lo dicho, pido perdón a quien se haya sentido ofendido por mis palabras. La verdad, esta vez, aunque con minúsculas, me siento como si todo este escrito estuviera dicho a voz en grito. Es que el problema de los jóvenes me duele en el fondo del corazón. Necesitan sentirse amados, ya que los "pañitos calientes" sólo sirven para meterlos en un círculo de desventuras que sólo lleva al desprecio más profundo.
¡Atención a nuestro hijo, cuando camina de la mano y quiere ir en el camino contrario! El día de mañana caminará por donde no debe y no podremos retenerlo cogiéndolo de la mano.
¡Ánimo! Siempre queda tiempo, ...
jueves, 19 de julio de 2012
NECESIDAD DE LAS PRUEBAS
CUANDO TODO VA "BIEN", ES DECIR, CUANDO NO HAY NADA QUE ME CAUSE "MOLESTIA", ME INCOMODE, ME HAGA SALIR DE LA RUTINA, ..., PARECE QUE LA VIDA ES MÁS "BONITA", MÁS FÁCIL.
¡AH!, ¿Y CUANDO ACONTECE ALGO FUERA DE LO "NORMAL"?
CUANDO UN ACONTECIMIENTO DESAGRADABLE E INESPERADO SUCEDE A OTRO, Y ÉSTE A OTRO, ...
¿Y CUANDO PARECE QUE LO "MALO" NO TIENE VISOS DE PASAR Y QUEDARSE EN EL OLVIDO?
¿Y CUANDO YA, PERDIDA LA ESPERANZA DE TIEMPOS MEJORES, SE ECHA LA TOALLA Y SE DEJA VENCER POR EL PESO DE LA TRIBULACIÓN?
ES QUE HE DEJADO EN UN RINCÓN DEL CORAZÓN LA FUERZA DE LA PALABRA DE CRISTO.
"MI YUGO ES SUAVE Y MI CARGA LIGERA"
ADEMÁS, APARTÁNDOME DE LA VERDAD, MI MENTE SE EMPEÑA EN BORRAR LAS BUENAS Y PROVECHOSAS PALABRAS DE LA IMITACIÓN DE CRISTO, CUANDO RECOMIENDA LA HUMILDE ACEPTACIÓN DE LAS PRUEBAS, DE LAS TENTACIONES.
EL TIEMPO VA CORRIENDO. LAS ESPECTATIVAS DE UN VERANO LLENO DE ACTIVIDADES ESTUPENDAS, DE SALIDAS A UN SITIO Y A OTRO, LOS DESEOS DE HACER LO QUE SÓLO SE PUEDE HACER EN ESTE TIEMPO DE RELAX, ..., PARECE QUE QUEDA ATRÁS.
PERO, ¿QUÉ MEJOR TIEMPO PARA RECIBIR TENTACIONES?
EL CALOR, QUE DESBARATA LA CALMA INTERIOR DE MI CORAZÓN, COMPAÑERO INSEPARABLE, ES EL CALDO DE CULTIVO EN EL QUE EL DEMONIO SE SIENTE EN SU SALSA.
EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO PARECE QUE SE QUEDA EN NADA.
PERO NADIE MÁS QUE YO TIENE LA CULPA. MALOS DESEOS SALEN DE MI INTERIOR. DESEOS DE DESCANSO, SIN LUCHA POR EL REINO DE DIOS.
Y ESO ES LO PEOR QUE ME PUEDE SUCEDER.
MI CUERPO ES UN CAMPO DE BATALLA DONDE SE ENTREMEZCLAN MIS DESEOS DE LUCHAR POR LA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS QUE CRISTO HA GANADO PARA MI Y LA DESTRUCTIVA VIOLENCIA DE LAS TENTACIONES DEL DEMONIO.
PIDO A DIOS QUE ME DE EL VERDADERO ESPÍRITU DEL GUERRERO CRISTIANO, QUE APOYADO EN LA DIVINA GRACIA DE DIOS, EN LA CRUZ DE CRISTO Y LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO, SIGUE LUCHANDO POR SU VIDA.
¡AH!, ¿Y CUANDO ACONTECE ALGO FUERA DE LO "NORMAL"?
CUANDO UN ACONTECIMIENTO DESAGRADABLE E INESPERADO SUCEDE A OTRO, Y ÉSTE A OTRO, ...
¿Y CUANDO PARECE QUE LO "MALO" NO TIENE VISOS DE PASAR Y QUEDARSE EN EL OLVIDO?
¿Y CUANDO YA, PERDIDA LA ESPERANZA DE TIEMPOS MEJORES, SE ECHA LA TOALLA Y SE DEJA VENCER POR EL PESO DE LA TRIBULACIÓN?
ES QUE HE DEJADO EN UN RINCÓN DEL CORAZÓN LA FUERZA DE LA PALABRA DE CRISTO.
"MI YUGO ES SUAVE Y MI CARGA LIGERA"
ADEMÁS, APARTÁNDOME DE LA VERDAD, MI MENTE SE EMPEÑA EN BORRAR LAS BUENAS Y PROVECHOSAS PALABRAS DE LA IMITACIÓN DE CRISTO, CUANDO RECOMIENDA LA HUMILDE ACEPTACIÓN DE LAS PRUEBAS, DE LAS TENTACIONES.
EL TIEMPO VA CORRIENDO. LAS ESPECTATIVAS DE UN VERANO LLENO DE ACTIVIDADES ESTUPENDAS, DE SALIDAS A UN SITIO Y A OTRO, LOS DESEOS DE HACER LO QUE SÓLO SE PUEDE HACER EN ESTE TIEMPO DE RELAX, ..., PARECE QUE QUEDA ATRÁS.
PERO, ¿QUÉ MEJOR TIEMPO PARA RECIBIR TENTACIONES?
EL CALOR, QUE DESBARATA LA CALMA INTERIOR DE MI CORAZÓN, COMPAÑERO INSEPARABLE, ES EL CALDO DE CULTIVO EN EL QUE EL DEMONIO SE SIENTE EN SU SALSA.
EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO PARECE QUE SE QUEDA EN NADA.
PERO NADIE MÁS QUE YO TIENE LA CULPA. MALOS DESEOS SALEN DE MI INTERIOR. DESEOS DE DESCANSO, SIN LUCHA POR EL REINO DE DIOS.
Y ESO ES LO PEOR QUE ME PUEDE SUCEDER.
MI CUERPO ES UN CAMPO DE BATALLA DONDE SE ENTREMEZCLAN MIS DESEOS DE LUCHAR POR LA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS QUE CRISTO HA GANADO PARA MI Y LA DESTRUCTIVA VIOLENCIA DE LAS TENTACIONES DEL DEMONIO.
PIDO A DIOS QUE ME DE EL VERDADERO ESPÍRITU DEL GUERRERO CRISTIANO, QUE APOYADO EN LA DIVINA GRACIA DE DIOS, EN LA CRUZ DE CRISTO Y LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO, SIGUE LUCHANDO POR SU VIDA.
viernes, 1 de junio de 2012
POR EXPERIENCIA PROPIA
HOY, EN EL SUPERMERCADO, ME HE ENCONTRADO UNA MAMÁ CON LA QUE HE HABLADO HACE AÑOS, CUANDO ÍBAMOS AL COLEGIO, PARA RECOGER A NUESTROS RESPECTIVOA HIJOS. UNA CHICA (QUE CUMPLE DENTRO DE UNOS DÍA 50) MUY AGRADABLE, ABIERTA, SIMPÁTICA, ... (¡TENDRÁ SUS COSAS "MALAS", COMO TODOS, PERO LA RELACIÓN NO HA LLEGADO PARA CONOCERLAS!)
PUES HEMOS HABLADO DE NUESTROS HIJOS, DE CÓMO HAN CRECIDO, QUE SI ESTÁN TAN GUAPOS, ... EN FIN, COSAS DE MADRES, CUANDO HABLAN DE COSAS INTRASCENDENTES.
PERO, NO SÉ A CUÉNTO DE QUÉ, ME HA CONTADO QUE SU PADRE SE SUICIDÓ Y QUE SU HERMANA LO INTENTÓ TAMBIÉN NO HACE MUCHO.
EN CUANTO AL PADRE, ME HA DICHO QUE LO HABLÓ CON UN SACERDOTE Y LE DIJO QUE SU PADRE HABÍA SIDO UN COBARDE. ¡AY, QUE NO POR ESTAR EN LA IGLESIA DECIMOS COSAS LLENAS DE VERDAD! ¡POBRES DE NOSOTROS SI ESCANDALIZAMOS A LOS MÁS PEQUEÑOS! Y, QUE CONSTE QUE NO HE JUZGADO A ESE SACERDOTE Y, MENOS, EN LA CONVERSACIÓN CON ELLA. ¡TODOS SOMOS HUMANOS Y TODOS SOMOS CAPACES DE HACER O DECIR COSAS BUENAS O MALAS! (LO HE DICHO, PORQUE ESO PIENSO DE MI, QUE ESTOY EN LA IGLESIA Y SE QUE EN TANTAS OCASIONES HE HECHO O DICHO COSAS DE LAS QUE ME HE ARREPENTIDO, Y, QUIÉN SABE, SI DEMASIADO TARDE Y CUANDO EL MAL YA ESTABA HECHO)
EN FIN, HE CAPEADO EL TEMA, PASANDO CON LIGEREZA A LA SITUACIÓN DE SU HERMANA, QUE SIGUE DENTRO DE LA DEPRESIÓN.
Y DIGO QUE, BASÁNDOSE EN MI EXPERIENCIA, POR BIEN DE SU HERMANA Y DE ELLA Y SU FAMILIA MISMA, AL DECIRME QUE LA LLAMABA POR TELÉFONO Y LE "ANIMABA" A ANIMARSE, DENTRO DE MI HA SALTADO LA ALARMA.
¡SEÑOR, NO HABÍA OTRA COSA QUE ME HICIERA TANTO DAÑO (CUANDO ESTABA EN PLENA DEPRESIÓN; AHORA SIGO ESTÁNDOLO, PERO BIEN) QUE ME DIJERAN: "VALE, LO QUE TIENES QUE HACER ES ANIMARTE"
ERA COMO SI ME CLAVARAN UNA ESPADA EN EL CORAZÓN, PUES EL QUE ESTÁ EN DEPRESIÓN Y OYE ESAS PALABRAS, INTERPRETA QUE LE ESTÁN DICIENDO (LO HE COMENTADO CON VARIAS PERSONAS EN MI MISMO CASO): ¡SI NO TE ANIMAS ES PORQUE NO QUIERES!
¡QUÉ DURAS PALABRAS! ¡QUÉ MÁS QUISIERA EL ENFERMO QUE SALIR DE ESA ANGUSTIA VITAL, QUE LE PUEDE LLEVAR HASTA EL SUICIDIO! ¿ES QUE LA GENTE NO PUEDE PONERSE EN LA PIEL DEL QUE ESTÁ ENFERMO DE DEPRESIÓN?
PUES, LA VERDAD ES QUE CREO QUE, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, NO. YO DOY GRACIAS A DIOS, PORQUE TANTO MI MARIDO COMO MIS HIJOS, HACIENDO CASO A MI QUERIDO MÉDICO, ME SUPIERON TRATAR, Y ACOMPAÑAR, Y JAMÁS SE LES OCURRIÓ DECIRME ESA FRASE.
LA VERDAD ES QUE SÉ QUE QUIEN LA DICE LO HACE CON LA MEJOR INTENCIÓN; PERO YO, POR EXPERIENCIA PROPIA, NO DEBO CALLARME Y HACER CASO OMISO DE SITUACIONES DE ESTE TIPO, QUE ME CUENTAN. CREO QUE HE DE SALIR EN DEFENSA NO SÓLO DEL ENFERMO, SINO DE LOS FAMILIARES CERCANOS, QUE HAN DE HACER LO POSIBLE POR COMPRENDER. Y, SI NO PUEDEN, SI SE LES ESCAPPA DE LAS MANOS, SI SE SIENTEN AGOBIADOS, AL MENOS, QUE NO DIGAN ESA FRASE. ¡POR FAVOR!
PUES HEMOS HABLADO DE NUESTROS HIJOS, DE CÓMO HAN CRECIDO, QUE SI ESTÁN TAN GUAPOS, ... EN FIN, COSAS DE MADRES, CUANDO HABLAN DE COSAS INTRASCENDENTES.
PERO, NO SÉ A CUÉNTO DE QUÉ, ME HA CONTADO QUE SU PADRE SE SUICIDÓ Y QUE SU HERMANA LO INTENTÓ TAMBIÉN NO HACE MUCHO.
EN CUANTO AL PADRE, ME HA DICHO QUE LO HABLÓ CON UN SACERDOTE Y LE DIJO QUE SU PADRE HABÍA SIDO UN COBARDE. ¡AY, QUE NO POR ESTAR EN LA IGLESIA DECIMOS COSAS LLENAS DE VERDAD! ¡POBRES DE NOSOTROS SI ESCANDALIZAMOS A LOS MÁS PEQUEÑOS! Y, QUE CONSTE QUE NO HE JUZGADO A ESE SACERDOTE Y, MENOS, EN LA CONVERSACIÓN CON ELLA. ¡TODOS SOMOS HUMANOS Y TODOS SOMOS CAPACES DE HACER O DECIR COSAS BUENAS O MALAS! (LO HE DICHO, PORQUE ESO PIENSO DE MI, QUE ESTOY EN LA IGLESIA Y SE QUE EN TANTAS OCASIONES HE HECHO O DICHO COSAS DE LAS QUE ME HE ARREPENTIDO, Y, QUIÉN SABE, SI DEMASIADO TARDE Y CUANDO EL MAL YA ESTABA HECHO)
EN FIN, HE CAPEADO EL TEMA, PASANDO CON LIGEREZA A LA SITUACIÓN DE SU HERMANA, QUE SIGUE DENTRO DE LA DEPRESIÓN.
Y DIGO QUE, BASÁNDOSE EN MI EXPERIENCIA, POR BIEN DE SU HERMANA Y DE ELLA Y SU FAMILIA MISMA, AL DECIRME QUE LA LLAMABA POR TELÉFONO Y LE "ANIMABA" A ANIMARSE, DENTRO DE MI HA SALTADO LA ALARMA.
¡SEÑOR, NO HABÍA OTRA COSA QUE ME HICIERA TANTO DAÑO (CUANDO ESTABA EN PLENA DEPRESIÓN; AHORA SIGO ESTÁNDOLO, PERO BIEN) QUE ME DIJERAN: "VALE, LO QUE TIENES QUE HACER ES ANIMARTE"
ERA COMO SI ME CLAVARAN UNA ESPADA EN EL CORAZÓN, PUES EL QUE ESTÁ EN DEPRESIÓN Y OYE ESAS PALABRAS, INTERPRETA QUE LE ESTÁN DICIENDO (LO HE COMENTADO CON VARIAS PERSONAS EN MI MISMO CASO): ¡SI NO TE ANIMAS ES PORQUE NO QUIERES!
¡QUÉ DURAS PALABRAS! ¡QUÉ MÁS QUISIERA EL ENFERMO QUE SALIR DE ESA ANGUSTIA VITAL, QUE LE PUEDE LLEVAR HASTA EL SUICIDIO! ¿ES QUE LA GENTE NO PUEDE PONERSE EN LA PIEL DEL QUE ESTÁ ENFERMO DE DEPRESIÓN?
PUES, LA VERDAD ES QUE CREO QUE, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, NO. YO DOY GRACIAS A DIOS, PORQUE TANTO MI MARIDO COMO MIS HIJOS, HACIENDO CASO A MI QUERIDO MÉDICO, ME SUPIERON TRATAR, Y ACOMPAÑAR, Y JAMÁS SE LES OCURRIÓ DECIRME ESA FRASE.
LA VERDAD ES QUE SÉ QUE QUIEN LA DICE LO HACE CON LA MEJOR INTENCIÓN; PERO YO, POR EXPERIENCIA PROPIA, NO DEBO CALLARME Y HACER CASO OMISO DE SITUACIONES DE ESTE TIPO, QUE ME CUENTAN. CREO QUE HE DE SALIR EN DEFENSA NO SÓLO DEL ENFERMO, SINO DE LOS FAMILIARES CERCANOS, QUE HAN DE HACER LO POSIBLE POR COMPRENDER. Y, SI NO PUEDEN, SI SE LES ESCAPPA DE LAS MANOS, SI SE SIENTEN AGOBIADOS, AL MENOS, QUE NO DIGAN ESA FRASE. ¡POR FAVOR!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)