Anoche tuve un sueño muy bonito. Mi amigo del alma, José, y yo estábamos en un lugar precioso, lleno de luz, todo era tranquilo, y, a la vez, había una alegría en el ambiente, que me recorría las venas y me hacía sentirme muy feliz.
También mi amigo estaba muy alegre y feliz; tenía el aspecto de un ángel. Su cuerpo parecía desprender la luz que se veía, y si me miraba yo, me sorprendía, pues también yo desprendía luz.
De pronto, mientras miraba a todas partes, sentía algo "extraño"; al mirar a José, la sorpresa: se levantaba de su silla de ruedas y empezaba a correr, a saltar, y a hablar, sin problema alguno.
Yo, lloraba y reía a la vez. ¡Era imposible!
Y era en ese momento cuando me daba cuenta de que estábamos en el Cielo. Sus padres, que también estaban ahí, estaban sonrientes, felices, en paz.
Y, ..., me desperté.
Hace mucho tiempo que no tengo un sueño tan precioso, la verdad es que me he levantado contenta, y no especialmente porque también yo estaba en el Cielo, sino porque José era como lo recordaba, cuando de niño sacaba de mi corazón lo mejor. Su presencia era una bendición. Nunca fue totalmente como los demás niños, era especial.
Más "débil", más necesitado, ..., no se explicarme bien.
Un fin de semana que sus padres se fueron de convivencia, nos lo dejaron en casa. Fue una bendición para mi, aunque creo que él no lo pasó demasiado bien, pues preguntaba por su mamá, con lágrimas en los ojos.
Alguna vez, algún niño que nos habían dejado, por el mismo motivo, también había llorado en algún momto. Pero, José, era muy distinto de todos. Hacía que mi corazón se comprimiera de dolor, pues me veía incapaz de suplir a su mamá. Era como un pajarito que pía desde su nido, mientras espera que su mamá regrese de buscar comida.
José siempre ha sido un niño tierno que ha sacado de mi corazón ternura. Y, la verdad, pienso que Dios me ha regalado ese sueño con él, pues llevo un tiempo malo, ...
Necesito su humildad, para ver, más que nada, y en todo momento, que Dios, igual que ha estado siempre con él, está también conmigo. Que nada pasa por casualidad, que todo actúa para mi bien, que no debo ceder a las tentaciones del demonio; pero cuando cedo, cuando peco, no he de dejar que corra el tiempo, pues la bola se hace cada vez más grande.
Como anécdota, el lunes pasado, después de una semana llena de dudas, de preguntas, de malos pensamientos, ..., fui corriendo a la parroquia, antes que empezase la misa de siete y media.
Pillé al parroco en la sacristía, muy atareado, con alguien (que ni recuerdo quién era), y le hice una pregunta-respuesta: ¿Estás muy atareado? Es que necesito confesarme (él me confirmó que estaba ocupado). ¡Es cosa de vida o muerte!
Ante esa urgencia y la cara de angustia que debía hacer, dejó lo que estaba intentando hacer y fuimos aprisa al descansillo que hay para subir al despacho de arriba. Dije mis pecados sin titubeos, sabía perfectamente lo que había estado haciendo, más que nada por no entretenerle demasiado. El me dijo unas palabras de ánimo, me dijo la penitencia que debía cumplir y me dió la absolución.
Sólo que a medias de dármela, le sonó el móvil. Yo le miré sorprendida, él, también sorprendido, siguió con la absolución, manteniendo una mano sobre mi cabeza y la otra intentando coger el móvil .
En fin, quizá contado no es tan gracioso, pero nosotros acabamos riendo ante lo chocante del caso. Para mi fue la confesión más urgente y rápida que había tenido y, además, con música.
Hoy, el evangelio del domingo es el de los cinco, dos y un talentos. El párroco nos ha hecho pensar en tantas cosas que Dios nos da, y no para que nos las quedamos.
Yo, a veces, con esa "querencia" a echarme en la cama y no hacer nada, entretenerme con cualquier cosa, veo el milagro que Dios hace en mi cada vez que puedo ponerme al servicio de la Iglesia. A pesar de todo, creo que, por el momento soy la que tiene un talento guardado.
Pero, volviendo a mi sueño, yo no sé qué pasará conmigo, pero que José vivirá para siempre en el Cielo, es una de las cosas que creo con certeza. ¡Qué Dios le bendiga!
Es un blog nuevo, por tanto viene con frescura, lleno de sinceridad, con comentarios llenos de vida, sin intención de convencer a nadie, pero sí de hacer pensar.
sábado, 12 de noviembre de 2011
martes, 25 de octubre de 2011
Como oro probado al crisol
Maldigo al demonio, lo detesto, lo odio, ..., por todo el mal que me hace, especialmente en este tiempo.
La batalla no se gana en un instante (bueno, sólo si Dios así lo quisiera, sucedería, nada ni nadie conseguiría arrebatarle el poder sobre todo), porque la fe ha de ser probada. Mi fe es necesario que sea probada como oro al crisol, porque esa es una de las maneras en que Dios me ama.
Me ama como a un hijo, no me quiere esclava sino libre.
El fin de semana pasado ha sido una maravilla, en la que Dios me ha mostrado Su poder, en la que el demonio ha sido aplastado por Su Palabra, en la que Cristo ha vencido la muerte que había en mi y me ha dado la alegría.
Pero, como tantas veces se nos ha dicho, cuando salgas de aquí, el demonio está esperándote; quiere arrebatarte esa alegría, intentará negarte todas las cosas santas de las que has disfrutado, gracias al Espíritu Santo, que ha ido subrayando en tu corazón que sólo Cristo es la Verdad.
¡Qué verdad más grande!
Ayer tenía una charla de formación (es una reunión de maestros de Religión que cada mes, aproximadamente, se reune con un teólogo, en la que, este año, se nos hablará del Espíritu Santo)
Cuando iba andando, sentía por dentro como un "recelo", una intuición, que me decía que lo iba a pasar algo mal. ¿Será cosa del famoso sexto sentido que se dice que tenemos las mujeres?
Efectivamente, ya al llegar, los pocos maestros que habían llegado, estaban comentándose los "entresijos" de sus colegios, la falta de atención hacia ellos, las dificultades que sufrían. Algunos se quejaban del cansancio por el trabajo, la rabia por no tener "puentes estilo acueductos", para relajarse y respirar, desentumecer las neuronas y regresar al colegio con fuerzas renovadas.
Primer "pinchazo" del demonio. Y tú, qué, ¡qué rabia te da no poder compartir tus experiencias, verdad!
Sí, era verdad; la envidia se iba metiendo en mi corazón, sutilmente. ¿Para qué lo voy a negar?
Luego, las maestras con las que tenía más contacto, interesándose por el sitio en el que estaba trabajando. ¡Qué pinchazo!
Y yo, tímidamente, con un hilito de voz, "no, no me han dado trabajo este curso"
Unas, se volvían, diciendo "lo siento", algunas me interrogaban, ¿y eso?
¡Qué dolor!. En mi interior removiéndose la injusticia sufrida, pero deteniendo a la lengua, para no hablar mal de la persona que me está oprimiendo.
Las respuestas, todas "echando balones fuera", "no sé", no hay sustituciones, ...
La tristeza, la desesperación, ..., alguien, ese desgraciado del demonio, rascando la "herida", levantando la "costra" que se me había hecho durante la convivencia, ..., de nuevo, la sangre salía y me dolía.
Me fui enseguida, en cuanto pude, apenas acabó la reunión; y de vuelta a casa, la Oración. Necesitaba cauterizar mi herida reabierta. ¡No hay más solución!
"Velad y orad para no caer en tantación", me había salido al escrutar la Palabra en la convivencia. Había ido también rezando, pero, ese malvado demonio, sabe muy bien cómo atacar.
Hoy, en el Oficio de Lectura, hemos leído que hay que ser probados al crisol.
¿Qué puedo decir?
Dios a Sus hijos queridos, los prueba con más intensidad, deja que el demonio, como en el caso de Job, actúe. Pero, no abandona, la fuerza del Espíritu Santo no lo niega al que se acoge a Él. ¡Qué bien me ha venido que el tema de este curso sea sobre el Espíritu Santo!
Puébame, Padre, una y mil veces al crisol; guíame por el camino por el que Jesús camina; hazme digna de ser unida a Sus sufrimientos, no me ahorres ninguno de ellos, porque tutelada por Ti, podré caminar sobre ellos, y saldré renovada, resucitada; pero, si levantas Tu mano de mi, dónde acabaré.
Deseo ser cristiana, deseo amar a Cristo sobre todas las cosas, deseo morir hija de la Iglesia. En las maternales manos de María me refugio, Ella me protegerá, me consolará en todos mis sufrimientos. ¡No me ahorres, Padre, los necesarios para llegar a la santidad!
La batalla no se gana en un instante (bueno, sólo si Dios así lo quisiera, sucedería, nada ni nadie conseguiría arrebatarle el poder sobre todo), porque la fe ha de ser probada. Mi fe es necesario que sea probada como oro al crisol, porque esa es una de las maneras en que Dios me ama.
Me ama como a un hijo, no me quiere esclava sino libre.
El fin de semana pasado ha sido una maravilla, en la que Dios me ha mostrado Su poder, en la que el demonio ha sido aplastado por Su Palabra, en la que Cristo ha vencido la muerte que había en mi y me ha dado la alegría.
Pero, como tantas veces se nos ha dicho, cuando salgas de aquí, el demonio está esperándote; quiere arrebatarte esa alegría, intentará negarte todas las cosas santas de las que has disfrutado, gracias al Espíritu Santo, que ha ido subrayando en tu corazón que sólo Cristo es la Verdad.
¡Qué verdad más grande!
Ayer tenía una charla de formación (es una reunión de maestros de Religión que cada mes, aproximadamente, se reune con un teólogo, en la que, este año, se nos hablará del Espíritu Santo)
Cuando iba andando, sentía por dentro como un "recelo", una intuición, que me decía que lo iba a pasar algo mal. ¿Será cosa del famoso sexto sentido que se dice que tenemos las mujeres?
Efectivamente, ya al llegar, los pocos maestros que habían llegado, estaban comentándose los "entresijos" de sus colegios, la falta de atención hacia ellos, las dificultades que sufrían. Algunos se quejaban del cansancio por el trabajo, la rabia por no tener "puentes estilo acueductos", para relajarse y respirar, desentumecer las neuronas y regresar al colegio con fuerzas renovadas.
Primer "pinchazo" del demonio. Y tú, qué, ¡qué rabia te da no poder compartir tus experiencias, verdad!
Sí, era verdad; la envidia se iba metiendo en mi corazón, sutilmente. ¿Para qué lo voy a negar?
Luego, las maestras con las que tenía más contacto, interesándose por el sitio en el que estaba trabajando. ¡Qué pinchazo!
Y yo, tímidamente, con un hilito de voz, "no, no me han dado trabajo este curso"
Unas, se volvían, diciendo "lo siento", algunas me interrogaban, ¿y eso?
¡Qué dolor!. En mi interior removiéndose la injusticia sufrida, pero deteniendo a la lengua, para no hablar mal de la persona que me está oprimiendo.
Las respuestas, todas "echando balones fuera", "no sé", no hay sustituciones, ...
La tristeza, la desesperación, ..., alguien, ese desgraciado del demonio, rascando la "herida", levantando la "costra" que se me había hecho durante la convivencia, ..., de nuevo, la sangre salía y me dolía.
Me fui enseguida, en cuanto pude, apenas acabó la reunión; y de vuelta a casa, la Oración. Necesitaba cauterizar mi herida reabierta. ¡No hay más solución!
"Velad y orad para no caer en tantación", me había salido al escrutar la Palabra en la convivencia. Había ido también rezando, pero, ese malvado demonio, sabe muy bien cómo atacar.
Hoy, en el Oficio de Lectura, hemos leído que hay que ser probados al crisol.
¿Qué puedo decir?
Dios a Sus hijos queridos, los prueba con más intensidad, deja que el demonio, como en el caso de Job, actúe. Pero, no abandona, la fuerza del Espíritu Santo no lo niega al que se acoge a Él. ¡Qué bien me ha venido que el tema de este curso sea sobre el Espíritu Santo!
Puébame, Padre, una y mil veces al crisol; guíame por el camino por el que Jesús camina; hazme digna de ser unida a Sus sufrimientos, no me ahorres ninguno de ellos, porque tutelada por Ti, podré caminar sobre ellos, y saldré renovada, resucitada; pero, si levantas Tu mano de mi, dónde acabaré.
Deseo ser cristiana, deseo amar a Cristo sobre todas las cosas, deseo morir hija de la Iglesia. En las maternales manos de María me refugio, Ella me protegerá, me consolará en todos mis sufrimientos. ¡No me ahorres, Padre, los necesarios para llegar a la santidad!
domingo, 23 de octubre de 2011
La voluntad de Dios
Este finde semana, desde el jueves por la noche, he estado de convivencia de inicio de curso en Gandía. Llegaba desanimada, triste, hundida, ..., por el sufrimiento que, a causa del trabajo, estaba pasando.
Incluso había llamado a mis catequistas, que llevaban la convivencia, para pedirles que me reservaran algún ratito, pues necesitaba ayuda. Me dijeron que sí.
Pero, la noche del jueves, cuando se abrió la Biblia para que Dios nos diera una palabra, Dios me llevó a la paz.
Era la parte del evangelio en el que se presenta a Jesús, con los soldados romanos, después de la flagelación, que le ponen la corona de espinas, le pegan, se burlan de Él, ...
Ya sabía la respuesta de Dios a mi problema. "No os resistáis al mal", como Jesús, que siendo hombre, se humilló a si mismo, tomando la condición de esclavo. Y lo maravilloso es que lo hizo pensando en mi, en aquel momento en que el demonio me tenía atenazada y quería mi muerte.
Los catequistas me escucharon y me dijeron que ciertamente lo que me había inspirado el Espírtu Santo era lo que debía de hacer.
¿Alguna vez ha dejado Dios que vivamos en la necesidad? ¿No es cierto que siempre ha estado velando por nosotros, por nuestros hijos, que ante todo son suyos? ¿Por qué preocuparse del trabajo? ¿Por qué dejarse llevar por el odio al enemigo, cuando Cristo me invita a amar a mis enemigos más que a mi misma?
Por otra parte, también me dijeron que, en la posible busque trabajo por otro lado, sin tener que enfrentarme a quien no me lo quiere dar. Y que lo que estaba sucediendo también serviría a que esta persona viera que no me resistía al mal que me estaba haciendo, que seguramente le abriría interrogantes, que yo estaba llamada evangelizar de ese modo, sin abrir boca.
¡Qué bueno es someter los sufrimientos propios a personas que van por delante de ti en la fe a Dios! ¡Qué descanso saber que se debe actuar mirando a Cristo, siguiendo Sus pasos!
Pero, se que las palabras de Jesús, "Velad y orad, para no caer en tentación", son vida para mí. No puedo pasar página, pensando: "¡prueba superada!", porque el "exámen" final será el definitivo. Y, hasta que llegue, es importante "no dejar de estudiar", vivir cerca de la Palabra, de los hermanos, de la Iglesia, que es Madre buena; seguir caminando trás las huellas de Cristo, aún después de haber caído, pues si me quedo quieta, me moriré.
Pido a Dios que pueda siempre caminar sin parar, con la ayuda del Espíritu Santo, con la cruz siempre cogida fuertemente, olvidándome de mi misma, en favor de los demás. Poder ser evangelio viviente de Dios.
Incluso había llamado a mis catequistas, que llevaban la convivencia, para pedirles que me reservaran algún ratito, pues necesitaba ayuda. Me dijeron que sí.
Pero, la noche del jueves, cuando se abrió la Biblia para que Dios nos diera una palabra, Dios me llevó a la paz.
Era la parte del evangelio en el que se presenta a Jesús, con los soldados romanos, después de la flagelación, que le ponen la corona de espinas, le pegan, se burlan de Él, ...
Ya sabía la respuesta de Dios a mi problema. "No os resistáis al mal", como Jesús, que siendo hombre, se humilló a si mismo, tomando la condición de esclavo. Y lo maravilloso es que lo hizo pensando en mi, en aquel momento en que el demonio me tenía atenazada y quería mi muerte.
Los catequistas me escucharon y me dijeron que ciertamente lo que me había inspirado el Espírtu Santo era lo que debía de hacer.
¿Alguna vez ha dejado Dios que vivamos en la necesidad? ¿No es cierto que siempre ha estado velando por nosotros, por nuestros hijos, que ante todo son suyos? ¿Por qué preocuparse del trabajo? ¿Por qué dejarse llevar por el odio al enemigo, cuando Cristo me invita a amar a mis enemigos más que a mi misma?
Por otra parte, también me dijeron que, en la posible busque trabajo por otro lado, sin tener que enfrentarme a quien no me lo quiere dar. Y que lo que estaba sucediendo también serviría a que esta persona viera que no me resistía al mal que me estaba haciendo, que seguramente le abriría interrogantes, que yo estaba llamada evangelizar de ese modo, sin abrir boca.
¡Qué bueno es someter los sufrimientos propios a personas que van por delante de ti en la fe a Dios! ¡Qué descanso saber que se debe actuar mirando a Cristo, siguiendo Sus pasos!
Pero, se que las palabras de Jesús, "Velad y orad, para no caer en tentación", son vida para mí. No puedo pasar página, pensando: "¡prueba superada!", porque el "exámen" final será el definitivo. Y, hasta que llegue, es importante "no dejar de estudiar", vivir cerca de la Palabra, de los hermanos, de la Iglesia, que es Madre buena; seguir caminando trás las huellas de Cristo, aún después de haber caído, pues si me quedo quieta, me moriré.
Pido a Dios que pueda siempre caminar sin parar, con la ayuda del Espíritu Santo, con la cruz siempre cogida fuertemente, olvidándome de mi misma, en favor de los demás. Poder ser evangelio viviente de Dios.
jueves, 20 de octubre de 2011
Hazme justicia de mi enemigo, el demonio
La historia viene de lejos, de hace dos años, cuando, tras la insistencia del equipo directivo del colegio en el que trabajaba, de que me quedara en el puesto que quedaba vacante, y quien debía acceder a su petición, desoyó sus palabras y colocó a una maestra nueva.
Este curso pasado, cubriendo una nueva vacante, cuando la maestra a la que sustituía decidió tomarse un año de excedencia, de nuevo el equipo directivo del colegio, insistió a quien se ocupa de darme sustituciones, para que siguiera yo, ya que la lógica dice que cuando alguien permanece en un sitio sin dar problemas, siendo aceptada por los compañeros, sabiendo llevar a los niños, pero, una vez más, se le dio a un maestro.
Según algunos, tanto en el primero como en el segundo caso, que yo vea un "algo" en quien me ha de dar trabajo en contra mía, son sólo apreciaciones.
Apreciación ha sido ver, por casualidad, como la maestra que se quedó en el primer colegio y quien se encarga de mi, se saludaban efusivamente, como quienes se conocen de antemano y entre las que hay "buen rollito".
Apreciación mía fue descubrir que el segundo trabajo se lo dieron a un maestro que no pertenece al grupo que lleva quien se encarga de darme trabajo, sino que no la conoce y nunca había hablado con esa persona.
Pero mis apreciaciones han dejado de serlo cuando por vías de fiar se que las sustituciones no las da la Consellería, como decía esa persona, sino que las da el arzobispado desde la comisión de educación, concretamente cada coordinador.
La conclusión es que, por lo que sea, para esa persona todo lo que se diga bueno de mi, que se insista para que permanezca en un puesto, ..., es fastidioso, y desoye lo que se le dice.
Aparentemente, esa persona es una injusta, es mi enemigo terrible, y de mi sólo debería salir desprecio, odio, malos deseos, ... Quizá, también puede ser, lo que hace lo hace a conciencia, ya que es igual de libre que yo para tomar un camino u otro.
Pero, mi fe me dice que es una marioneta en manos de mi verdadero enemigo, el demonio. Todo ésto es obra suya. Y lo que está intentando, así lo veo yo, es que me desespere, me hunda en la miseria, y, sobre todo, que llegue a decir que Dios es malo y que no me quiere.
Han habido muchas experiencias en mi vida en las que he visto claramente la mano amorosa de Dios, dos de las cuales son las muertes de mi hija Paloma y de mi madre. La última fue la de mi madre, y el sufrimiento tan desgarrador que sentí por la separación temporal, podía haber sido un buen caldo de cultivo para el demonio, para llevarme a su terreno. Pero Dios, mediante Su Espíritu Santo, estuvo tan potente en mi, que Su fortaleza me mantuvo firme en la fe.
Ésto me cambió, en cierto modo, me ayudó a poder decir delante del Sagrario de mi parroquia, delante de Jesús, que le entregaba mi vida, todo mi ser; que desde ese momento quería odiar con todas mis fuerzas al demonio y que todo sufrimiento que Dios, Su Padre, permitiera en mi vida, lucharía contra él, para acptarlo y seguir el verdadero camino de la felicidad, el Amor, especialmente al enemigo (por supuesto, no al demonio, sino a todo aquel que él utilizara para destruirme)
La primera palabra de Dios, con la que supe que había aceptado mi ofrecimiento, fue la depresión; cuánto bien he recibido a través de ella, aunque no negaré que me ha hecho, que me está haciendo sufrir mucho.
En medio de ella, pude aceptar con gran dolor de corazón el cambio de unas personas a las que quería y consideraba mis amigos, que se presentaron como mis enemigos. No he vuelto ni a hablar con ellos ni a verlos, porque no hemos coincidido en ningún sitio. Pero desde aquel día, no me he olvidado de rezar por ellos, para que Dios les bendiga. Y esto es un regalo de Dios, que conoce mi debilidad y sabe que yo no puedo hacerlo sola.
Y, ahora, toda esta historia de mis desencuentros con quien me da el trabajo, me ha abierto los ojos y puedo ver que el demonio ha utilizado otra persona contra mi, para llevarme a la muerte. Sí, un enemigo, que obligado por el demonio, me está haciendo daño. Y yo, qué puedo hacer; sólo una cosa, dejarme ayudar por el Espíritu Santo para poder rezar a Dios cada día para que lo bendiga.
Y, como en toda ocasión, aunque no entiendo, aunque sufro mucho, aunque veo un abismo delante de mi, lleno de terror y oscuridad, creo firmemente en Dios, en todo lo que me quiere, en que nada de lo que permite en mi vida es malo, muy al contrario, todo coopera para mi salvación.
También María está siendo un apoyo grande para mi en estos momentos. El Rosario es un bálsamo que dulcifica mis asperezas. Y Jesús, cada mañana viene a mi, mostrándome sus llagas, para que no olvide hasta que extremo ha de llegar el verdadero Amor.
Sí, estoy sufriendo y ni siquiera se qué debo de hacer al respecto, si es que he de hacer algo. Hay momentos en que me pongo triste, pero eso es del demonio, que sabe bien "liarme" en sus redes. Pero, con la asistencia de Espíritu Santo, la bondad de Dios, el amor maternal de María y las llagas de Cristo, que me amó hasta el extremo, todo pasará. Dios, estoy segura, me hará justicia de mi enemigo, el demonio.
Rezad por mi. Yo rezo por vosotros.
Este curso pasado, cubriendo una nueva vacante, cuando la maestra a la que sustituía decidió tomarse un año de excedencia, de nuevo el equipo directivo del colegio, insistió a quien se ocupa de darme sustituciones, para que siguiera yo, ya que la lógica dice que cuando alguien permanece en un sitio sin dar problemas, siendo aceptada por los compañeros, sabiendo llevar a los niños, pero, una vez más, se le dio a un maestro.
Según algunos, tanto en el primero como en el segundo caso, que yo vea un "algo" en quien me ha de dar trabajo en contra mía, son sólo apreciaciones.
Apreciación ha sido ver, por casualidad, como la maestra que se quedó en el primer colegio y quien se encarga de mi, se saludaban efusivamente, como quienes se conocen de antemano y entre las que hay "buen rollito".
Apreciación mía fue descubrir que el segundo trabajo se lo dieron a un maestro que no pertenece al grupo que lleva quien se encarga de darme trabajo, sino que no la conoce y nunca había hablado con esa persona.
Pero mis apreciaciones han dejado de serlo cuando por vías de fiar se que las sustituciones no las da la Consellería, como decía esa persona, sino que las da el arzobispado desde la comisión de educación, concretamente cada coordinador.
La conclusión es que, por lo que sea, para esa persona todo lo que se diga bueno de mi, que se insista para que permanezca en un puesto, ..., es fastidioso, y desoye lo que se le dice.
Aparentemente, esa persona es una injusta, es mi enemigo terrible, y de mi sólo debería salir desprecio, odio, malos deseos, ... Quizá, también puede ser, lo que hace lo hace a conciencia, ya que es igual de libre que yo para tomar un camino u otro.
Pero, mi fe me dice que es una marioneta en manos de mi verdadero enemigo, el demonio. Todo ésto es obra suya. Y lo que está intentando, así lo veo yo, es que me desespere, me hunda en la miseria, y, sobre todo, que llegue a decir que Dios es malo y que no me quiere.
Han habido muchas experiencias en mi vida en las que he visto claramente la mano amorosa de Dios, dos de las cuales son las muertes de mi hija Paloma y de mi madre. La última fue la de mi madre, y el sufrimiento tan desgarrador que sentí por la separación temporal, podía haber sido un buen caldo de cultivo para el demonio, para llevarme a su terreno. Pero Dios, mediante Su Espíritu Santo, estuvo tan potente en mi, que Su fortaleza me mantuvo firme en la fe.
Ésto me cambió, en cierto modo, me ayudó a poder decir delante del Sagrario de mi parroquia, delante de Jesús, que le entregaba mi vida, todo mi ser; que desde ese momento quería odiar con todas mis fuerzas al demonio y que todo sufrimiento que Dios, Su Padre, permitiera en mi vida, lucharía contra él, para acptarlo y seguir el verdadero camino de la felicidad, el Amor, especialmente al enemigo (por supuesto, no al demonio, sino a todo aquel que él utilizara para destruirme)
La primera palabra de Dios, con la que supe que había aceptado mi ofrecimiento, fue la depresión; cuánto bien he recibido a través de ella, aunque no negaré que me ha hecho, que me está haciendo sufrir mucho.
En medio de ella, pude aceptar con gran dolor de corazón el cambio de unas personas a las que quería y consideraba mis amigos, que se presentaron como mis enemigos. No he vuelto ni a hablar con ellos ni a verlos, porque no hemos coincidido en ningún sitio. Pero desde aquel día, no me he olvidado de rezar por ellos, para que Dios les bendiga. Y esto es un regalo de Dios, que conoce mi debilidad y sabe que yo no puedo hacerlo sola.
Y, ahora, toda esta historia de mis desencuentros con quien me da el trabajo, me ha abierto los ojos y puedo ver que el demonio ha utilizado otra persona contra mi, para llevarme a la muerte. Sí, un enemigo, que obligado por el demonio, me está haciendo daño. Y yo, qué puedo hacer; sólo una cosa, dejarme ayudar por el Espíritu Santo para poder rezar a Dios cada día para que lo bendiga.
Y, como en toda ocasión, aunque no entiendo, aunque sufro mucho, aunque veo un abismo delante de mi, lleno de terror y oscuridad, creo firmemente en Dios, en todo lo que me quiere, en que nada de lo que permite en mi vida es malo, muy al contrario, todo coopera para mi salvación.
También María está siendo un apoyo grande para mi en estos momentos. El Rosario es un bálsamo que dulcifica mis asperezas. Y Jesús, cada mañana viene a mi, mostrándome sus llagas, para que no olvide hasta que extremo ha de llegar el verdadero Amor.
Sí, estoy sufriendo y ni siquiera se qué debo de hacer al respecto, si es que he de hacer algo. Hay momentos en que me pongo triste, pero eso es del demonio, que sabe bien "liarme" en sus redes. Pero, con la asistencia de Espíritu Santo, la bondad de Dios, el amor maternal de María y las llagas de Cristo, que me amó hasta el extremo, todo pasará. Dios, estoy segura, me hará justicia de mi enemigo, el demonio.
Rezad por mi. Yo rezo por vosotros.
domingo, 16 de octubre de 2011
Una ciudad llena de paz
Ayer estuve en una exposición de cuadros de mi sobrina-ahijada. Había dos espacios claramente separados, quiero decir que en una parte los cuadros eran retratos de personas, casi todos de personas mayores, entre la que está mi padre durmiendo. Esta serie de retratos me gustó mucho. La verdad es que mi sobrina lo hace muy bien.
La otra parte de la sala estaba dedicada a imágenes de ciudades, grandes, muchos edificios juntos; claramente no había ninguna que me recordara a nuestra pequeña Valencia, donde todavía no creo que hayamos llegado a esa vida sin respiro, típica de las grandes ciudades como New York, Tokio, México, ...
Las ciudades, según ella misma me explicó estaban todas en su cabeza de artista, o mejor debería decir, en su alma de artista.
Hubo una serie de cuatro cuadros que me "enganchó". Después de mirarlos todos, volví a esos cuatro y me quedé parada mirándolos hasta que nos fuimos.
Me fascinaban, pues, a pesar de los edificios apretujados unos a otros, la ciudad desprendía paz, porque era como si la gente estuviera dentro de las casas, pero en un profundo silencio, como si temieran molestar a los que nos parábamos delante, a mirar.
Miraba y veía reflejada los momentos que estoy pasando. ¿Tendré acaso yo también alma de artista?
Llevo un tiempo en que siento en mi interior una gran ciudad, llena de edificios de todas clases, que, quizá podría decir, me sobrecogen, me aplastan; me asusta que, de un momento a otro, los que viven en ellos salgan a las ventanas y a las puertas, y se pongan a gritarme. Pero, extrañamente no lo hacen, como en los cuatro cuadros que tengo delante.
Una ciudad grandísima, un gran sufrimiento no buscado, que Dios ha permitido por mi bien. Lo entiendo. Pero, mi alma está siendo asaltada por el demonio. La llena de edificios altísimos; temores al futuro, incertidumbres múltiples, ansiedades profundas; edificios, muchos edificios que quieren aplastarme.
Pero la calma rige sobre todo. Dios envía el aire fresco del Espíritu Santo, y todo es silencio. Nada se mueve, nadie grita en mi interior, porque la ayuda de Dios se manifiesta por todos los rincones.
Gran ciudad, ..., llena de gran calma, ... Dios todo lo puede, el demonio queda sometido.
La otra parte de la sala estaba dedicada a imágenes de ciudades, grandes, muchos edificios juntos; claramente no había ninguna que me recordara a nuestra pequeña Valencia, donde todavía no creo que hayamos llegado a esa vida sin respiro, típica de las grandes ciudades como New York, Tokio, México, ...
Las ciudades, según ella misma me explicó estaban todas en su cabeza de artista, o mejor debería decir, en su alma de artista.
Hubo una serie de cuatro cuadros que me "enganchó". Después de mirarlos todos, volví a esos cuatro y me quedé parada mirándolos hasta que nos fuimos.
Me fascinaban, pues, a pesar de los edificios apretujados unos a otros, la ciudad desprendía paz, porque era como si la gente estuviera dentro de las casas, pero en un profundo silencio, como si temieran molestar a los que nos parábamos delante, a mirar.
Miraba y veía reflejada los momentos que estoy pasando. ¿Tendré acaso yo también alma de artista?
Llevo un tiempo en que siento en mi interior una gran ciudad, llena de edificios de todas clases, que, quizá podría decir, me sobrecogen, me aplastan; me asusta que, de un momento a otro, los que viven en ellos salgan a las ventanas y a las puertas, y se pongan a gritarme. Pero, extrañamente no lo hacen, como en los cuatro cuadros que tengo delante.
Una ciudad grandísima, un gran sufrimiento no buscado, que Dios ha permitido por mi bien. Lo entiendo. Pero, mi alma está siendo asaltada por el demonio. La llena de edificios altísimos; temores al futuro, incertidumbres múltiples, ansiedades profundas; edificios, muchos edificios que quieren aplastarme.
Pero la calma rige sobre todo. Dios envía el aire fresco del Espíritu Santo, y todo es silencio. Nada se mueve, nadie grita en mi interior, porque la ayuda de Dios se manifiesta por todos los rincones.
Gran ciudad, ..., llena de gran calma, ... Dios todo lo puede, el demonio queda sometido.
jueves, 15 de septiembre de 2011
El amigo del alma
El amigo del alma
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Y, de pronto, me dijo: "Pasa a ver a tu amigo"
El corazón me dio un brinco, pues quería verlo, pero como sabía que estaba mal no había querido molestarle.
Mi amigo del alma es, sin ninguna duda, el mismo Cristo, el Cristo sufriente. Poderlo ver es para mi acercarme a Su presencia viva. Mi amigo es un sencillo sagrario, que lleva muy dentro a Cristo muerto en la cruz y resucitado para nuestra salvación.
Nunca lo dudo, cuando Dios me concede acercarme a un enfermo me está regalando el don de estar al lado de Su Hijo.
Y cuando llega el momento de acompañar a Cristo en un enfermo no me sale decirle cosas como: pronto te pondrás bien, hay que ver qué bien se te ve, ..., o cosas por el estilo; eso es mentir o crear falsas ilusiones. Porque creo que los enfermos necesitan escuchar la verdad con amor.
Mi amigo del alma, al que tengo el don de poder ver con alguna frecuencia, cuando le hablo de cuánto le quiere Dios, de cómo permitió que Su Hijo pasara por la muerte de cruz porque le estaba amando a él, le estaba salvando, le estaba dando la vida verdadera, no la que se le está escapando día a día, me mira, con esos ojos azules, profundos como el mar, abiertos como el cielo, dulces como el abrazo de un niño, ..., y se que me está entendiendo, sabe de lo que estoy hablando, de algo que es como bálsamo en su corazón, de algo que le acerca un poco más al amor de la vida, a Cristo.
Me entristece pensar en el final, sí, lo reconozco. Quizá se me achaque que soy una agorera, que me voy con la cabeza a un futuro que no puedo conocer, que debería pensar en positivo.
Pero soy más de carne de lo que me creo, es decir, que por más fuerte que quiera aparentar ser, soy frágil como un cristal, que sólo con un simple portaza se hace mil añicos.
Por eso, por mi propio bien, quizá de un modo egoista, cuando estoy a solas con mi amigo del alma sólo me sale hablarle bien de Dios. Porque Dios todo lo hace bien y para nuestro bien.
En mi corazón siempre ha habido y habrá un rinconcito muy especial para mi amigo del alma.
Mi amigo del alma y yo tenemos unidos nuestros corazones en Cristo, y eso no lo puede separar nadie.
Mi amigo del alma se llama José. ¡Qué Dios le bendiga!
El amigo del alma
Después de un largo silencio, en el que no había tema, o que no lo quería comentar, aquí estoy de nuevo. Y, como el título anuncia, para hablar de mi amigo del alma.
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Pero, como
Ayer fui a su casa y nos dijo su padre que estaba todo el día con mucha fiebre. Mi amigo del alma padece una enfermedad degenerativa que afecta a toda la musculatura de su cuerpo,, y que le ha llevado, por ahora, a no poder andar, ni siquiera poder sostener su cuerpo.
Como en el cuerpo humano, si bien el que dirige es el cerebro, si la musculatura no responde, afecta, no sólo al aparato locomotor, sino a todo aparato que dependa de la musculatura; por ejemplo, en la acción de tragar, también es un músculo (o quiá alguno más, no estoy ducha en ese tema), el que nos ayuda a tragar los alimentos, los que se comen y los que se beben.
Pues bien, mi amigo del alma está en un proceso de su enfermedad en el que le cuesta muchísimo tragar, y cuando traga, más veces de las que nos gustaría, se atraganta y hay que ayudarle para que eche fuera lo que le impide respirar.
También supongo que depende de este músculo el acto de tragar la saliva, ya que no puede controlarla y hay que estar atento para recogérsela y se manche la ropa lo menos posible.
Hoy he hablado con su madre por teléfono esperando oir un imposible, a no ser que Dios haga un milagro, que se pueda ir mejorando. Ella, que lo conoce más que nadie, me ha dicho algo que imaginaba, esperando estar equivocada. Que cuando sufre un nuevo "bajón" sufre en el fondo de su ser, su alma recibe el ataque del demonio que quiere que olvide cuánto le ama Dios, que no le da nada malo.
Cuando quieres a alguien te gustaría evitarle todo mal. El caso es que el mal que nosotros vemos es un bien necesario para Dios.
Pues, como decía, su padre, después de darnos la noticia de que estaba muy mal, nos acompañó al comedor, donde íbamos a preparar, con otros hermanos, el calendario del curso de nuestra parroquia. Pero, como
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