lunes, 28 de junio de 2010

¿Situación de pánico?

Aunque ya sabía que tenía que llegar, recibir hoy el cese de mi puesto de trabajo en el colegio en el que he estado haciendo una sustitución, ha sido un tanto inquietante.
¿Se podría decir que he vivido una situación de pánico? No, la verdad. Sólo ha sido el rápido pasar por la mente de la pregunta: ¿volveré a tener la oportunidad de trabajar de nuevo?
Me tomo muy en serio mi trabajo, soy maestra de Religión. Y aunque dedicarse a esa especialidad no se lleva en absoluto, es lo que me "realiza", si se quiere decir así.
Para mí no hay nada mejor que trabajar de lo que vivo. Fe, lo que se dice fe, no tengo, y no creo que se pueda decir que la tuve hasta ver el modo en que muero. Ay sí que es fácil descubrir a las personas de fe, que vivieron como creyeron.
Pero, con todo y con eso, no hay ningún trabajo que me guste más que el que ejerzo, cada vez que hay alguien a quien sustituir.
Cuando alguien se queda sin trabajo comprendo que es un duro golpe. Yo no puedo caer en ese desaliento, porque precisamente mi especialidad me hace hablar a los niños de cómo Dios provee siempre lo necesario.
Y, a parte, sería mostrar poco o nulo amor a Dios, porque mi marido tiene trabajo "fijo", también en la enseñanza. Dios siempre nos ha cuidado y nos seguirá cuidando como hasta ahora.
Es cierto que un segundo sueldo da un gran desahogo, no lo puedo negar. Pero, entre la providencia de Dios (que es lo verdaderamente importante) y el sueldo de mi marido, jamás hemos pasado necesidad.
En casa, después de dar la noticia, esperada, como he dicho, alguno de mis hijos ha dicho: "¿y, ahora, qué? La respuesta ha sido sencilla: Viviremos como siempre, porque Dios siempre nos ha ayudado. ¡No ha hecho falta explicar más!
Creo que, cuando los padres luchan cada día por sacar a los hijos que Dios les ha prestado, con la paz que da el saberse hijos de Dios, los hijos también pueden vivir esa misma paz.
No puedo más que dar gracias a Dios por estos casi seis meses de trabajo, en los que me ha ayudado a ejercer mi trabajo, consciente de la misión que tiene todo cristiano: hablar al mundo entero de Jesucristo, del Amor que nos da y que debemos compartir con todo aquel que se "pone por delante".
¿Pánico? ¡No! Esperanza en Dios, que jamás defrauda.

2 comentarios:

  1. No puedo añadir nada a lo que ya has dicho tú. Bendito sea el Señor, que te permite vivir desde la fe, no sólo las "buenas noticias", sino también las aparentemente "malas". Ya quisiera yo tener la milésima parte de esa fe.

    Te deseo lo mejor para ti y para los tuyos.

    José Sáez.

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  2. Me alegra saber que vives llena de esperanza,te aseguro que como ya sabes es fruto del Espiritu Santo,no lo alejes de ti,como las dos sabemos, no es lo que vives, sino como lo vives,te lo aseguro te envidio profundamente,y te doy toda la razon nunca es el dinero lo que quita la paz a los hijos.
    Un abrazo

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